lunes, 22 de septiembre de 2025

 

GUERRA CONTRA ISRAEL: OTRA DERROTA DE IRÁN (II)

 

ATAQUE ISRAELÍ A INSTALACIONES NUCLEARES IRANÍES

El 13 de junio, por primera vez en la historia, Israel bombardeó instalaciones del complejo nuclear iraní. Tres de sus principales componentes fueron atacados: su principal centro de enriquecimiento de uranio, las Instalaciones Nucleares de Natanz; su complejo nuclear más grande, el Centro de Investigación y Tecnología Nuclear de Isfahán; y el Complejo Nuclear de Arak.

El mismo día del ataque, el jefe de la Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI), Mohammad Eslami, describió el asalto a Natanz como “repetido”, pero aclaró que el impacto se limitó al nivel del suelo. “Tampoco hubo ninguna fuga de radiación que pudiera preocupar a la población. Por lo tanto, gracias a Dios, no sufrimos daños graves”, agregó. Sí, señaló, que había registrado contaminación radiactiva en el interior de las instalaciones.

El director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, confirmó que Israel destruyó la parte superficial de la Planta Piloto de Enriquecimiento de Combustible, donde Irán producía uranio enriquecido hasta el 60% en U-235. La Planta de Enriquecimiento de Combustible de Natanz, se compone de la Planta de Enriquecimiento de Combustible y de la Planta Piloto de Enriquecimiento de Combustible.

La OIEA también informó que la infraestructura eléctrica de la instalación (que incluía: subestación eléctrica, edificio principal de suministro de energía eléctrica, suministro de energía de emergencia y generadores de respaldo) había sido destruida. Y si bien no habían indicios de un ataque a la sala subterránea de cascada, que alberga parte de la Planta Piloto de Enriquecimiento de Combustible y la Planta principal de Enriquecimiento de Combustible, el corte de suministro eléctrico en la sala de cascada podría haber dañado las centrifugadoras.

Grossi señaló que se produjo contaminación radiológica y química dentro de las instalaciones (principalmente partículas alfa), controlable con medidas de protección radiológica adecuadas. Sin embargo, los niveles en el exterior de la planta permanecían incambiados.

Posteriormente, el 17 de junio, la OIEA reveló que había detectado impactos en la infraestructura subterránea de Natanz: “Basándose en el análisis continuo de imágenes satelitales de alta resolución recopiladas tras los ataques del viernes, el OIEA ha identificado elementos adicionales que indican impactos directos en las salas subterráneas de enriquecimiento de uranio en Natanz”. Esta información fue ratificada el 19 de junio.

El 13 de junio, los israelíes también atacaron el Centro de Investigación y Tecnología Nuclear de Isfahán, dañando cuatro edificios: el laboratorio químico central, una planta de conversión de uranio, la planta de fabricación de combustible para el reactor de Teherán y la planta de procesamiento de UF4 a metal de la UE, que estaba en construcción. Al igual que en Natanz, no se registraron aumentos en los niveles de radiación en el exterior.

Consultado sobre los efectos de los ataques en el programa nuclear iraní, el 17 de junio, el director de la OIEA le dijo a la CNN que, “ha habido un claro retroceso, pero aún existen capacidades de enriquecimiento”.

Sin embargo, desde el Tehran Times se aseguraba que los ataques del régimen contra las instalaciones nucleares de Natanz y Fordo (del que la OIEA no informó) no causaron daños significativos. “Según el último anuncio del jefe nuclear de Irán, ambas instalaciones operan actualmente con normalidad. Esto no sorprendió, ya que todo el mundo sabía desde hacía tiempo que la mayor parte de las instalaciones nucleares iraníes se encuentran a gran profundidad y que es imposible destruirlas con armas convencionales”, publicó el medio persa.

Ese mismo día, la OIEA comunicó que dos instalaciones de producción de centrifugadoras habían sido atacadas. En la capital, en El Centro de Investigación de Teherán, “fue alcanzado un edificio donde se fabricaban y probaban rotores de centrífugas avanzadas”. Mientras que, en el Complejo TESA Karaj, “dos edificios donde se fabricaban diferentes componentes de centrífugas fueron destruidos”.  

Tal como había informado la Organización de Energía Atómica de Irán, la OIEA reportó que el reactor de investigación de agua pesada de Khondab (Complejo Nuclear de Arak) fue atacado el 19 de junio.

El ente internacional confirmó que el reactor fue alcanzado, pero que como no estaba operativo -se encontraba en construcción- y no contenía material nuclear, no se produjeron efectos radiológicos. Si bien, inicialmente la OIEA no observó daños en la planta de producción de agua pesada del complejo, luego estimó que edificios clave de la instalación si resultaron dañados, incluida la unidad de destilación.

El 21 de junio, el director de la OIEA informó que un taller de fabricación de centrifugadoras en el Centro de Investigación y Tecnología Nuclear de Isfahán había sido atacado por Israel.

Esta fue la tercera instalación de este tipo bombardeada por Tel Aviv, luego de los ataques del 18 de junio contra el Centro de Investigación de Teherán y Complejo TESA Karaj. En ninguno de estos tres se generaron efectos radiológicos interno o externo.

Un segundo ataque sobre las instalaciones de Isfahán se produjo ese mismo 21 de junio, informó Grossi. Esta vez, otros seis edificios del complejo nuclear fueron el blanco de los bombardeos israelíes: una instalación de producción de barras de combustible, un edificio de producción de pastillas de uranio poco enriquecido, un laboratorio y almacén de material nuclear, otro laboratorio, un taller para manipular equipo contaminado y un edificio de oficinas sin material nuclear.  

Si bien Isfahán fue bombardeada repetidamente, no se detectó contaminación externa. La OIEA aseguró que los blancos alcanzados en este último ataque no contenían material nuclear o contenían pequeñas cantidades de uranio natural o poco enriquecido, lo que significa que cualquier contaminación se restringiría a los edificios que fueron dañados o destruidos. 

Si bien no se pueden menospreciar los daños en suelo israelí llevados a cabo por Irán como represalia; lo mismo que se afirmó sobre el asesinato de la comandancia y los científicos persas, se aplica en este aspecto: Teherán no pudo equiparar el golpe propiciado por Tel Aviv a su complejo nuclear.    

 

viernes, 19 de septiembre de 2025

 

GUERRA CONTRA ISRAEL: OTRA DERROTA DE IRÁN (I)

 

ASESINATO DE FUNCIONARIOS IRANIES

Los ataques de Israel dejaron un total de aproximadamente 1.065 muertos en Irán, la mayoría civiles, según el gobierno de Irán. No es fácil establecer con absoluta certeza cuantos militares se encontraban entre estos, ya que Teherán no entrego cifras oficiales. 

Sin embargo, el 9 de julio, el ministro de salud persa, Mohammad Reza Zafarghandi, declaró que los civiles fallecidos eran unos 700. Para esa fecha, desde la administración iraní ya estimaban un total de 1.060 muertos; por lo que, algo así como más de 300 miembros de sus fuerzas armadas habrían sido asesinados por Tel Aviv. Es más, el medio oficialista Tehran Times, llegó a informar, el 25 de julio, que más de 200 miembros de la Fuerza Aeroespacial de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica CGRI habrían perdido la vida.

Irán si confirmó oficialmente la muerte de unos 60 altos mandos militares (entre generales y comandantes) y científicos nucleares. Las bajas entre los científicos, finalmente alcanzaron los 19 (dos pertenecientes al desarrollo de IA), como informa una nota del 12 de agosto del Tehran Times. Por lo que, aproximadamente, 40 altos mandos fueron depuestos por los ataques israelíes.

El 27 de junio, los CGRI publicaron que 56 de sus miembros habían sido asesinados. En tanto que, el 16 de julio, Hispan TV informó sobre una ceremonia en memoria de 58 mártires del Ejercito.  Si bien, las CGRI y el Ejercito son instituciones diferentes, se trata de la misma lista, puesto que en el comunicado de las CGRI aparece el escudo del Ejercito y se menciona a los caídos como parte de esta institución; además, en ambas notas se pueden observar fotos de víctimas que se repiten.

A pesar de que puedan no coincidir todos los nombres, mas parece que se trata de una actualización de las bajas castrenses, que de listados diferentes (esta sumó un nombre más el 28 de julio, cuando el Tehran Times dio cuenta de la muerte de un militar que había sido herido. Esta fue la victima 1.065). Ahora bien, cabe la posibilidad de que dentro de estos estén incluidos parte de los aproximadamente 40 altos mandos caídos, pero no todos, ya que es de esperar que incluyesen a personal de los escalafones inferiores y parte de la tropa.

Por su parte, desde Estados Unidos, la Human Rights Activists in Iran (HRANA) publicó un informe el 28 de junio que estipula en 1.190 las muertes totales, de las cuales 435 corresponderían a militares, 436 a civiles y 319 indeterminadas.

Los ataques Israel mataron a gran parte de la plana mayor de las fuerzas armadas iraníes. Entre los altos mandos asesinados se encuentran: el oficial militar de mayor rango en Irán, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán, el general Mohammad Hossein Bagheri; el líder de los CGRI, su comandante en jefe, el general Hossein Salami; el máximo responsable de la Fuerza Aérea de la Guardia Revolucionaria, el comandante de la División Aeroespacial del CGRI, Amir Ali Hajizadeh; Gholam Ali Rashid, el jefe del Cuartel General Khatam-al Anbiya, que es el comando unificado de las Fuerzas Armadas de Irán, encargado de coordinar las operaciones militares conjuntas iraníes.

También fueron depuestos: el General de brigada Mehdi Rabbani, jefe adjunto (subjefe/subdirector) de operaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas; el general de brigada Gholamreza Mehrabi, jefe adjunto de inteligencia del Estado Mayor; Khosrow Hassani, jefe adjunto de la División Aeroespacial del CGRI; el general de brigada Davoud Sheikhian, comandante de la División de Defensa Aérea de la Fuerza Aeroespacial del CGRI; el General de Brigada Mohammad Bagher Taherpour, comandante de la Unidad de Drones del CGRI.

En tanto que el 15 de junio, perdieron la vida el jefe (comandante) de la Inteligencia del CGRI, el general de brigada Mohammad Kazemi; y el subjefe de la Inteligencia del CGRI, el general de brigada Hassan Mohaghegh.

Mientras que el 25 de junio moría en un hospital el general de brigada Ali Shadmani, que había asumido la comandancia del Cuartel General de Khatam-al Anbiya tras la muerte de Ali Rashid, y había sido herido una semana antes.

Los ataques israelíes también mataron a importantes cuadros de la industria nuclear iraní. Entre estos, Fereydoon Abbasi, una de las figuras más destacadas del desarrollo nuclear persa; uno de los fundadores de la Asociación Nuclear de Irán, que se desempeñó como vicepresidente y presidente de la Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI) entre 2010 y 2013, la principal agencia del gobierno de este país en la materia.

También fue asesinado Mohammad Mehdi Tehranchi, otro de los principales expertos en el desarrollo de las ciencias nucleares del país, quien presidió la Universidad Shahid Beheshti entre 2012 y 2016, para luego dirigir la Universidad Islámica Azad de Teherán, y que desde 2018 ocupaba el cargo de presidente general de la Universidad Islámica Azad.

El presidente de la Facultad de Ingeniería Nuclear de la Universidad Shahid Beheshti, y especialista en física de reactores, simulación nuclear y diseño de combustibles nucleares avanzados, Abdolhamid Minouchehr, también perdió la vida. Junto a él, murieron Ahmadreza Zolfaghari, destacado profesor y especialista en la Facultad de Ingeniería Nuclear de la misma universidad, quien, al igual que Minouchehr, ocupó cargos ejecutivos en el desarrollo de la tecnología y la industria nuclear de Irán; y Seyed Amir Hossein Feghhi, un ingeniero nuclear pionero, quien supo desempeñarse como asistente especial y asesor del presidente de la OEAI, llegando a ser subdirector de esta, así como presidente del Instituto de Ciencias y Tecnologías Nucleares de Irán.

Akbar Motalebizadeh, antiguo director del Shahid Karimi Group, una subsidiaria del Defense Advanced Research Projects Organization, también murió en los ataques del 13 de junio. 

Saeed Borji, especializado en Ingeniería Mecánica e Ingeniería de Materiales, también fue depuesto; Borji fue colaborador del conocido como el arquitecto de la industria nuclear moderna de Irán, Mohsen Fakhrizadeh, asesinado por Israel en 2020.

Si resulta difícil precisar las bajas iranies, las del otro bando mucho más. El régimen israelí dispone de una estricta censura militar que restringe el trabajo de sus pocos medios independientes, y que es respetada por la gran mayoría de los medios internacionales.

Tel Aviv reconoce 28 muertes, entre ellas, la de solo un miembro de sus fuerzas armadas, que, se aseguró, estaba de licencia. El empeño en restringir la información no otorga mucha credibilidad a lo que pueda decir el gobierno de Netanyahu.

Los iranies, por su parte, han señalado que Israel subestima sus bajas, pero no han dicho mucho más. El 17 de junio el comandante del CGRI, el general de división Mohammad Pakpour, afirmó que el número de víctimas declarado oficialmente por Israel es significativamente menor de lo que realmente es. Un día antes, el diplomático iraní Hasan Kazemi Qomi (exembajador en Irak) sostuvoen una entrevista con la agencia de noticias local Mehr, que en uno de los ataques de su país murieron 30 pilotos israelíes.

En un artículo del del 20 de junio del Tehran Times se puede leer: “Mucho más escalofriante es lo que se esconde bajo este velo de censura. En las morgues subterráneas de los hospitales militares israelíes, las salas, según se informa, están repletas de muertos que se mantienen alejados de la vista del público. Fars News citó fuentes de seguridad iraníes que dijeron que decenas de soldados heridos en los ataques con misiles de Irán están hacinados en corredores subterráneos y que sus identidades y heridas están clasificadas como ‘secretos de Estado’ (…) Como observa el analista egipcio Bashir Abdelfatah: ‘Los ataques con cohetes han creado escenas similares a las de Gaza en Israel. Estamos presenciando secretismo y censura sobre las víctimas, que superan las 1.000’”.  

A su vez el portavoz de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior de la Asamblea Consultiva Islámica de Irán (Mayles), Ebrahim Rezai, aseguró el 29 de julio, que al menos 800 miembros del ejército de Israel murieron durante la guerra, entre ellos, al menos 13 oficiales, quienes perecieron en un ataque al edificio del Mossad. El Tehran Times se hizo eco de ese número, y el 24 de agosto mencionó: “Por otro lado, Israel admitió solo 28 muertos y más de tres mil heridos, mientras que otras fuentes informaron de más de 800 bajas”.

La vaguedad de la información -sin dar nombres de quien serian las victimas- y la poca continuidad y difusión que se ha dado a estas supuestas bajas infligidas, hace dudar de su veracidad. Es muy escaza su presencia en medios estatales y oficialistas iranies, cuando tendría que habérsele dado máxima trascendencia, para poder, mínimamente, discutir con la censura israelí. El hecho de que haya sido comunicada por agentes poco relevantes del gobierno iraní, tampoco alienta a creer en ella. No obstante, el tiempo dirá si había algo de cierto; aunque por ahora -ya transcurrido un lapso considerable- Teherán no ha aportado nueva evidencia.

Cabría esperar, que si Irán le hubiese propiciado golpes tan fuertes como los mencionados, estos hubiesen superado la censura, como, de hecho, fue lo que sucedió con los ataques persas que traspasaron las defensas aéreas israelíes y lograron alcanzar objetivos en el país hebreo. Sin embargo, este no es el caso. Pero, inclusive dando por buenas estas informaciones, Teherán no puede equipar el daño ocasionado por Tel Aviv: no puede equipar el golpe a su comandancia y a su cúpula militar; no puede presentar un daño equiparable al asesinato de sus destacados científicos nucleares. En este aspecto, la derrota iraní es total.

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