miércoles, 20 de marzo de 2024

 

ESTADOS UNIDOS LE ESTA GANANDO LA GUERRA A RUSIA V

 

¿POR QUE RUSIA ESTA PERDIENDO?

Difícilmente los estrategas del Pentágono consideren que en el corto plazo sea posible recuperar Crimea. Tampoco pareciera entrar dentro de los planes de Washington expulsar por completo a las tropas rusas de todos los territorios del sureste ucraniano anexados por el Kremlin. Pero este escenario, de pérdida de territorios para Kiev, difícilmente pueda ser tomado como una derrota para Estados Unidos y de victoria para Rusia. Los dirigentes norteamericanos saben muy bien que, por más apoyo que le brinden al gobierno de Zelenski, el ejército ucraniano jamás se podrá imponer a las fuerzas rusas en el campo de batalla. Pero este nunca fue su objetivo.

Cuando los estadounidenses se metieron en Ucrania en 2014, sabían con certeza que Rusia reaccionaría de la manera que lo hizo. Era de esperar que los rusos no aceptaran fácilmente la perdida de Crimea. El puerto de Sebastopol es vital para el Kremlin, es su llave maestra para el acceso al Mediterráneo y sede del Cuartel General de su Flota del Mar Negro. La península pertenece desde 1774 a Rusia y solo terminó en manos ucranianas tras ser cedida por Moscú. Tampoco era difícil de prever que los rusos no aceptaran pasivamente a las tropas de la OTAN en otro Estado con el que comparten frontera. Por esto, Ucrania era considerada una línea roja para el gobierno de Putin. Algo que se empeñó insistentemente en remarcárselo a los mandatarios occidentales y que, Estados Unidos, de igual manera, decidió traspasar.

Está claro que para Washington, uno de los objetivos principales del derrocamiento del gobierno ucraniano afín a Moscú, era el control del estratégico puerto de Crimea; pero en el marco de su imparable avance hacia el este, sería extraño que el Pentágono solo se conformase con arrebatarle toda Ucrania en un primer intento. Antes del golpe de Estado de 2014, Moscú controlaba todo el territorio ucraniano. Ahora, Rusia cuenta con tan solo un 20% y los norteamericanos son los que ejercen el poder sobre el 80% restante. Las tropas de la potencia del norte han ganado terreno y han logrado avanzar hacia las fronteras rusas. Resulta claro quien está ganando la guerra.

Por supuesto que Washington no se resignará a hacerse con esa esa porción de Ucrania todavía en manos de Rusia. Pero es probable que para arrebatársela precise involucrarse directamente en el conflicto, algo que por ahora parece no entrar dentro de los planes del Pentágono, quienes parecen muy cómodos con una guerra por delegación (por medio del pueblo ucraniano) como la que se está llevando a cabo hasta el momento. En este escenario, el plan estadounidense parece ser someter a Rusia a una constante presión para desgastarla de a poco. El objetivo sería disputarle pequeñas parcelas de las zonas ucranianas bajo su control, con la intención de mantener vivo el conflicto, en baja o media intensidad, manteniendo la atención y los esfuerzos del ejército ruso (y de su economía), erosionándolo de a poco.

En contraposición, el panorama para los rusos luce mucho más complejo. Hoy por hoy, pareciera que los eslavos se conformarían con mantener los territorios anexados, y que no irían más allá de estos. La conquista de todo el territorio ucraniano se antoja un objetivo demasiado grande para sus posibilidades, máxime, considerando las dificultades que vienen teniendo para asegurar sus posiciones. Recordemos que, a más de dos años de iniciada la invasión, todavía no controlan todas las regiones que ahora consideran parte de su país.

Pero suponiendo que Moscú lograse hacerse con todo el control de esta zona -e independiente de la estrategia estadounidense mencionada- con total seguridad deberán hacer frente a ataques constantes por parte de Kiev, que, por más que asuma la imposibilidad de expulsarlos, se conformará con hacerles la vida imposible al ocupante. Esta situación podría durar años y sería un problema de difícil solución para el Kremlin, quien no ha podido neutralizar las incursiones de Ucrania en su territorio (ya sea en forma de ataques del ejercito enemigo, destrucción de infraestructura, o bien de asesinatos selectivos. Estas acciones estarían casi garantizadas a futuro, ya que sería muy difícil para cualquier gobierno ucraniano resignarse a la pérdida de soberanía, si no es por su propia voluntad, por la presión ejercida por los sectores más nacionalistas y antirrusos del oeste del país.

LOS OBJETIVOS DE RUSIA EN UCRANIA

En primer lugar, hay que señalar que nadie sabe realmente cuáles son los verdaderos objetivos militares concretos de la invasión rusa a Ucrania. Oficialmente, solo se conocen los expresados públicamente por el presidente Putin cuando anunció el inicio de la campaña. Por lo que resulta imposible determinar a cabalidad si la guerra se está desarrollando de acuerdo a lo planeado por Rusia o no.

Considerando la disparidad de poderío entre los dos países, surge la interrogante de porqué Moscú no ha logrado vencer a su oponente. Es cierto que las capacidades de uno y otro no tienen necesariamente que determinar automáticamente el resultado de la guerra, y que el ejército ruso ha demostrado a lo largo de la historia que lejos esta de ser infalible, pero las asimetrías son abismales.

Ciertamente, no se puede pasar por alto que Rusia no ha desplegado todo su potencial. Si Rusia lanzara toda su capacidad aérea, pero también terrestre y marítima contra Ucrania, la guerra hubiera concluido rápidamente, pero de haber sucedido esto, el precio de la victoria hubiera sido la destrucción total del país vecino y un baño de sangre a una escala mucho mayor de lo que se ha visto hasta ahora. Está claro, por más que la propaganda occidental no lo reconozca, que los rusos no quieren ofrecer al mundo una masacre de estas características.

Para determinar cuáles son los objetivos concretos que persigue el ejército ruso en el campo de batalla, hay que dilucidar, a partir de lo declarado por Putin en el mencionado discurso, cuáles son los verdaderos y cuales son pura propaganda para justificar moralmente la invasión de Ucrania, o bien, para despistar al enemigo.

De acuerdo a lo expresado por el mandatario, su país busca: Desnazificar Ucrania, capturar a las autoridades responsables de los ataques a las poblaciones del este ucraniano y la desmilitarización del país.

Lo primero que hay que destacar, es que si Rusia buscaba realmente desnazificar Ucrania y apresar a todos los responsables por la persecución de los habitantes del este ucraniano; esto implicaría la toma de Kiev, donde se encuentran los distintos poderes del Estado que ordenaron el asesinato de todos los opositores al golpe de Estado de 2014. Si de verdad Rusia perseguía estos objetivos, su fracaso es más que evidente: las tropas rusas solo llegaron hasta las afueras de la capital, para después replegarse.

Pero es razonable poner en duda que estos sean los motivos reales que llevaron a los rusos a entrar en el país vecino. En primer lugar, el éxito en una guerra poco y nada depende de la captura de los altos mandos del enemigo; antes, resulta más determinante la toma de posiciones estratégicas o la destrucción de las capacidades militares del oponente. Las autoridades enemigas pueden ser depuestas, pueden huir o rendirse una vez que hayan sido derrotadas en terreno. Capturar a todos los jerarcas que han gobernado Ucrania desde el 2014, suena a una misión demasiado ambiciosa, casi imposible. Si los rusos hubiesen conquistado todo el territorio en poco tiempo, la mayoría de la cúpula de Kiev no habría tenido problemas para salir del país y refugiarse en occidente ¿Hubiera significado esto el fracaso de toda la operación rusa? Sería difícil juzgarlo en estos términos.

Por su parte, la tan mentada desnazificación de Ucrania, no es más que una mera y cínica mentira del Kremlin para justificar éticamente lo injustificable. A Putin no le interesa combatir el nazismo. Al presidente se lo ve muy cómodo posando o tejiendo alianzas con los fascistas del Partido Republicano en EEUU, con los del Frente Nacional francés, o bien, con el gobierno de Hungría. Es cierto que estos contactos pueden ser considerados como impulsados por la necesidad de ambas partes de aunar fuerzas ante un enemigo común: la derecha liberal -que busca destruir a los rusos y a quienes los fascistas combaten (únicamente) para hacerse con el control del Estado-.

Cabría esperar que en el Kremlin exista la conciencia de que se trata de una alianza precaria y circunstancial, ya que, como marca la historia, los fascistas no poseen muchas simpatías por los rusos. Por ejemplo, la presidencia de Trump no cambió sustancialmente los ataques de EEUU a Rusia. Está claro que los rusos le estrechan la mano a quien se la tienda, la necesidad los obliga, en un mundo en el que cada vez cuentan con menos aliados. Pero esto no es escusa, las alianzas con los fascistas son inadmisibles bajo cualquier circunstancia. Nada bueno sale de ellas: con todos los alicientes que se pueden esgrimir a favor de lo que llevó a Stalin a pactar con Hitler, el resultado fue la criminal repartija de Polonia. Pactar con los fascistas, como históricamente han hecho los liberales occidentales, define ética y políticamente a un partido, a una persona. Y no, en el caso de los soviéticos, no impidió que la barbarie alemana aniquilara a más de 20 millones de personas.

Por lo que habría que descartar como reales estos objetivos proclamados por Putin. Ni le interesa combatir a los nazis, ni puede ser tan ingenuo de pensar que podía conquistar todo el territorio ucraniano de manera rápida y fácil, y, además, apresar a sus más altos dirigentes. Al esgrimir estas razones, solo trataba de justificar y legitimar su criminal invasión apelando a motivos nobles, como la persecución de criminales y la búsqueda de justicia.

En cuanto al tercer objetivo planteado, destruir las capacidades militares de Ucrania, esta sí parece ser una meta real del gobierno de Putin (verificable, puesto que es lo que está sucediendo en terreno). En lo que respecta a esto, hay que decir que, mientras exista una administración ucraniana dispuesta a combatir a los rusos y continue la ingente asistencia militar desde occidente – y, ambas, casi con seguridad, lo harán-, la desmilitarización de Ucrania será una empresa (muy probablemente) infructuosa para Moscú.

 

martes, 12 de marzo de 2024

 

ESTADOS UNIDOS LE ESTA GANANDO LA GUERRA A RUSIA IV

 

UNA GUERRA LARGA SOLO FAVORECE A ESTADOS UNIDOS

Por más que el ejército ruso mantenga la iniciativa en el campo de batalla, la guerra de Ucrania se desarrolla en los términos deseados por Estados Unidos. En primer lugar, un conflicto que se prolongue en el tiempo, solo le sirve a este último. De hecho, desde mediados del siglo pasado, Washington ha apostado por un enfrentamiento largo y de baja intensidad en su lucha contra los rusos. No bien terminada la segunda guerra mundial, los estadounidenses se propusieron arrebatarle a Rusia los territorios europeos que esta pasó a controlar. En una estrategia de largo alcance, la Casa Blanca apostó a un conflicto permanente, en el que se abocó a desgastar pacientemente a los eslavos. Su éxito ha sido rotundo, desde la caída de la URSS, Estados Unidos se ha apoderado de prácticamente todos los territorios que antes controlaban los rusos en el viejo continente.

Esta ofensiva estadounidense ha puesto a los eslavos en una posición defensiva. En una situación así -inclusive en el caso de lograr repeler exitosamente el avance del enemigo-cualquier país sujeto de agresión tiene poco y nada que ganar, salvo asegurar lo que ya poseía. En el caso concreto de los rusos, actualmente se encuentran luchando por hacerse con una porción del territorio de un país que antes de 2014 controlaba en su totalidad, antes, precisamente, de que se lo arrebataran los norteamericanos. Por más ilegitimo que sea su accionar, los rusos están peleando por asegurar sus fronteras ante el avance norteamericano. Nadie que se encuentre empeñado en un esfuerzo defensivo semejante le conviene que la lucha se alargue en el tiempo. Y los eslavos lo vienen haciendo desde hace mas de 75 años.

En el Pentágono se encuentran a gusto con como se viene desarrollando el conflicto. Es una guerra alejada de sus fronteras y donde no mueren estadounidenses. Exactamente lo contrario al escenario con el que tienen que lidiar en el Kremlin. Estados Unidos también se encuentra en una mejor posición que Rusia para afrontar el esfuerzo económico que conlleva una guerra. Porque si bien es cierto que los rusos llevaban un tiempo preparándose para esta eventualidad -y el gasto en su industria armamentística puede generar un impulso en su economía-, exactamente lo mismo puede decirse de los norteamericanos.

El gasto bélico del bando ucraniano es pagado por Washington, pero también por la Unión Europea; mientras que Rusia debe afrontar su presupuesto militar en solitario. Además, los eslavos deben reacomodar la totalidad de su economía a la desconexión de su principal aliado comercial (Europa). Si bien el rápido colapso de la economía rusa augurado por occidente nunca fue nada más que burda propaganda, el verdadero desafío será resistir en el mediano y largo plazo un estado de conflicto permanente. Porque si bien Rusia tiene todo (recursos naturales, población) para convertirse en una potencia autosuficiente, los eslavos históricamente siempre han dependido de la tecnología foránea para su desarrollo.

En Washington apuestan a desgastar a Moscú tanto en el campo be batalla como en el de las finanzas, que es, en definitiva, donde se decide la suerte de las naciones. En su momento, para afrontar la Guerra Fría que le proponía Estados Unidos, una Rusia totalmente arruinada se vio obligada a desviar a su industria militar, recursos vitales para la reconstrucción de su economía. Si bien la situación actual de los euroasiáticos ni se compara con la de aquel entonces, el gobierno de Putin deberá hacer frente a una potencia combinada entre Estados Unidos y la Unión Europea de mas de 42 billones de dólares, con una economía propia valorada en 2,242 billones (PBI de 2022 a precios corrientes).

La guerra en Ucrania es un magnífico negocio para la industria armamentística estadounidense, al punto de que gran parte de lo invertido por Washington para reforzar a su aliado, se queda en el país norteamericano. Para defender la aprobación de mas fondos por parte del congreso, desde la administración demócrata se reconocía en diciembre pasado que el 60% de toda la asistencia militar otorgada a Ucrania terminaba en las cuentas de las empresas de defensa estadounidenses. El lunes 4 de diciembre de 2023 el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, se presentó ante los periodistas para explicar que, otorgar asistencia militar a Ucrania ha “frenado el avance de Rusia en Ucrania, ayudado a Ucrania a lograr victorias militares significativas… y, al revitalizar nuestra propia base industrial de defensa, ha impulsado y ampliado líneas de producción y apoyado a empleos bien remunerados a través del país”.

El 31 de enero de este año, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg ahondo en este aspecto. En una entrevista con el medio Washington Examiner, comentó: “Ucrania es un buen negocio para Estados Unidos. La mayor parte del dinero que Washington proporciona a Kiev en realidad se invierte aquí en EE.UU., comprando equipos estadounidenses que enviamos a Ucrania. Así que esto nos hace a todos más seguros y hace que la industria de defensa estadounidense sea más fuerte”. Y agregó que, "solo en los últimos dos años los aliados de la OTAN han acordado contratos de defensa por más de 120.000 millones de dólares. Por lo tanto, es en interés de la seguridad, es un interés económico, es bueno para EE.UU.”.

Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, el negocio de la industria de defensa mueve más de 500.000 millones de dólares al año. De esta factura, el 50% corresponde a firmas estadounidenses. Las cinco empresas más grandes del mercado son de la potencia del norte: Lockheed Martin, Raytheon Technologies, Boeing, Northrop Grumman y General Dynamics.

Las acciones de estas compañías se han disparado en la bolsa de Wall Street. Pese a que alcanzaron su precio máximo entre octubre y diciembre del primer año de la guerra, para pasar a estabilizarse en 2023, sus valores permanecen casi sin excepciones por encima de antes de que estallara el conflicto. Un día antes de que comenzara la invasión rusa, el 23 de febrero de 2022, los papeles de Lockheed Martin se transaban a US$388, este 11 de marzo lo hacían en US$434, un crecimiento del 11%. Por su parte, las acciones de Northrop Grumman, pasaron de US$386 a US$459 en el mismo lapso, una ganancia de 18%. Las de General Dynamics, de US$216 a US$273, un 26% -aunque su rendimiento fue más oscilante. En tanto que las de Raytheon Technologies no variaron mayormente y las de Boeing, por el contrario, cayeron desde US$196 a US$192.

También hay que decir, que las sanciones impuestas por Estados Unidos a Rusia no tienen solo como objetivo dañar la economía de estos, sino que también comenzar a desconectar la integración comercial entre eslavos y europeos. Con el fin del conflicto, seria lógico que este proceso se detuviera o revirtiese. Cabria esperar, que en unas eventuales negociaciones de paz, Moscú solicitara el levantamiento de las restricciones que le han sido impuestas, con el invariable resultado de la normalización de los intercambios con su principal socio, la Unión Europea.   

En base a esto, y por más que la propaganda de ambas partes lo niegue, el escenario que más pareciese ser del agrado de la Casa Blanca es un conflicto prolongado en el que mantener a Rusia ocupada, desgastándose en una sangría de recursos y personal ¿Qué apuro tendría Washington en terminar la guerra si los muertos los ponen otros, mientras son sus empresas las que recogen las ganancias?

Bajo esta lógica se comprende mejor la política de envío de armamento del gobierno de Biden. El suministro occidental se ha producido a cuenta gotas y con notoria renuencia a la entrega de material más potente. Desde Washington y Bruselas han explicado esta conducta en función de que no desean escalar el conflicto con Rusia. Esto significa que están satisfechos con la dinámica en la que se desarrolla el conflicto hasta el momento, es decir, uno de baja intensidad, en donde los avances de uno y otro bando son escasos y se da una estabilidad en sus posiciones. Por sus antecedentes históricos, de ninguna manera se puede afirmar que esta decisión responda a la preocupación de estadounidenses y europeos por evitar una pérdida de vidas superior a las que ya se ha cobrado la guerra. De hecho, el armamento que en un principio se mostraban contrarios a enviar a Ucrania, finalmente lo han despachado. Así pasó con el alcance de los misiles, con los tanques, y al parecer, así será en el caso de los aviones. Ucrania solicitó estos materiales desde el principio, pero les fueron negados.

Está claro que con estos Kiev hubiera mejorado notoriamente sus posibilidades -si hubiesen contado con todo este material desde un principio y todo junto- pero sus aliados se lo negaron. De habérselos concedido, quizás hubieran llevado la guerra a tierras rusas -ya que sin estos, igual se las ha ingeniado para incursionar en localidades fronterizas-, lo cual casi con seguridad habría precipitado una respuesta más agresiva de Rusia; quizás llevando el conflicto al territorio de la OTAN.

Igual de probable que la hipótesis de que es a Estados Unidos a quien le sirve una guerra larga de desgaste, es la teoría de que en Washington no quieren, por el momento, que el conflicto trascienda las fronteras. Una muestra de esto es la rápida desmentida de los estadounidenses cuando Zelenski afirmó que los proyectiles caídos en Polonia el año pasado eran rusos, cuando en realidad eran de su ejército. Parece claro que los estadounidenses no quieren en estos momentos una tercera guerra mundial, sino que el conflicto se circunscriba a rusos y ucranianos por un par de años más.

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