viernes, 6 de diciembre de 2024

 

¿QUÉ CAMBIÓ EN ESTA ELECCIÓN?

Los votos en blanco pasaron de 32.356 (1.32%) en la primera vuelta a 39.542 (1.62%) en el ballotage. En tanto que los votos anulados crecieron de 52.750 (2.15%) a 64.654 (2.65%). A su vez, la participación disminuyó levemente: desde los 2.443.801 (89.61%) en octubre a los 2.436.780 (89.35%) en noviembre. Lo que significa un incremento de 26.111 personas que decidieron no optar por ninguno de los candidatos entre ambas instancias.  

Sin embargo, este aumento no alcanza a cubrir a las 34.383 que en la primera vuelta habían votado únicamente por los plebiscitos; por lo que, cabría suponer, que 8.272 (un 24.05%) de estos, al final se decantaron por una de las dos fórmulas. Esto significa que, por primera vez desde que se implementó el ballotage, una parte de quienes no eligieron a ningún candidato en octubre, si lo hicieron en noviembre.  

Teniendo en cuenta que los blancos, anulados y la abstención mantuvo su tendencia histórica a aumentar entre ambas vueltas -y que es de suponer que quienes no los sedujo ninguno de los 11 candidatos iniciales, menos lo hicieran una de las dos fórmulas que pasaron al ballotage-, es altamente probable que estos 8.272 provengan de quienes al menos se manifestaron por algunas de las opciones que había en juego en estas elecciones (los plebiscitos).

Bajo esta misma lógica, todos los votos perdidos por la derecha habrían ido a parar al Frente Amplio, al igual que los de los partidos menores por fuera de este espectro. Lo cual también seria inédito. Si bien los votos perdidos por la derecha, así como los que conquistó el Frente provenientes de este espacio y del resto los partidos menores, se encuentran dentro de los rangos históricos; lo que nunca había pasado es que captaran, al mismo tiempo, el 100% de estos (a pesar de que en 2019 se habían acercado bastante).

En 1999 el FA consiguió entre el 94.38% y el 100% de estas agrupaciones menores. En tanto que habría sido capaz de recolectar entre un 77.23% y un 93.49% de los electores perdidos por la derecha entre octubre y noviembre (el resto engrosaría los votos blancos o nulos, o bien, se habría abstenido). En 2009 fue entre un 33.84% y un 100% en el primer caso; y entre un 28.88% y un 99.52% en el segundo. En 2014 entre un 20.24% y un 88.54%; y entre un 0% y un 100%. Mientras que en 2019, lo dicho, el Frente se habría hecho con entre el 95.79% y el 100% de los partidos menores; y entre el 97.49% y el 100% de los que votaron por uno de los partidos de derecha en primera vuelta pero decidieron no hacerlo por la formula Lacalle-Argimón.

Este año, la Coalición Republicana (más el Partido Por Los Cambios Necesarios y Avanzar Republicano) pasaron de 1.167.142 (47.76%) a 1.119.537 (45.94%), por lo que perdieron 47.605 votos. Esto significa que, como viene sucediendo desde que se implementó el ballotage, no pudieron retener a todo el electorado de derecha. En esta ocasión, la perdida fue del 4.07%. Algo que, no obstante, representa una mejora con respecto a las tres últimas elecciones, cuando habían perdido el 9.57% en 2019, un 7.95% en 2014 y 6.37% en 2009.

De hecho, es la menor sangría desde 1999, cuando tan solo se les escapó el 2.46% de los votos. Es decir, la Coalición no salvó a la derecha, pero si le sirvió para detener una tendencia creciente y contener de mejor manera a su electorado. A priori, parece claro que es un mecanismo útil para consolidar el espacio derechista. También para ampliarlo, ya que este año (47.55% y 45.94% en el ballotage) y en 2019 (54.05% y 48.07%) -año en que esta alianza ya existía de hecho y que, a pesar de que fue cuando más votos perdió, consiguió el gobierno- fueron los mejores resultados de la derecha en lo que va del siglo (salvo en la primera ronda de 2009, cuando alcanzaron el 46.09%). Por supuesto, que esto no le hará ganar las elecciones -siempre es la gestión el factor más determinante- pero la ayudará; tal como sucede con el Frente Amplio.

Parece que el aumentó en la oferta de partidos es clave para que la derecha pueda captar una parte más importante del espectro (3 en 1999, 4 en 2004, 2 en 2009 y 2014, 5 en 2019 y 7 en 2024), pero a la hora de retener los votos en una segunda vuelta, queda claro que las identidades partidarias todavía pesan y que todavía una pequeña minoría (decisiva, sin embargo, para ganar una elección) prefiere votar al FA que a otro partido de derecha.

Tampoco se puede soslayar que esta menor fuga de votos -al igual que en 1999- se da con los partidos tradicionales en el poder. En la próxima elección, se verá si fue este factor, y no la ampliación de partidos y el proceso de confluencia, el elemento más determinante para la retención de votos. Por último, en las elecciones del 99 fue la formula colorada la que pasó al ballotage; puede que los integrantes de este partido sean mas reacios a apoyar un candidato nacionalista, que en el caso inverso (algo que difícilmente se pueda comprobar en cinco años).  

El FA, por su parte, pasó de los 1.071.826 votos (43.85%) en octubre a los 1.212.833 (49.77%) con que ganó la segunda vuelta. Un incremento de 141.007. Para llegar a esta cifra, el Frente debió captar el 100% de los partidos menores por fuera del espacio derechista; es decir los 65.796 (2.69%) de Identidad Soberana, los 10.102 (0.41%) de Unidad Popular y los 9.281 votos (0.38%) del Partido Ecologista Radical Intransigente, los cuales suman 85.179. También la totalidad de los votos perdidos por la Coalición, los ya mencionados 47.605. Además de los 8.272 que no habían elegido a ningún candidato en la primera vuelta, pero si lo hicieron en el ballotage -los cuales, presumiblemente, provienen de los que solo votaron el plebiscito de la seguridad social en octubre-. Una sumatoria que da 141.056 votos.

 

 

 

 

 

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