ESTADOS
UNIDOS LE ESTA GANANDO LA GUERRA A RUSIA V
¿POR QUE RUSIA ESTA PERDIENDO?
Difícilmente
los estrategas del Pentágono consideren que en el corto plazo sea posible
recuperar Crimea. Tampoco pareciera entrar dentro de los planes de Washington expulsar
por completo a las tropas rusas de todos los territorios del sureste ucraniano
anexados por el Kremlin. Pero este escenario, de pérdida de territorios para
Kiev, difícilmente pueda ser tomado como una derrota para Estados Unidos y de
victoria para Rusia. Los dirigentes norteamericanos saben muy bien que, por más
apoyo que le brinden al gobierno de Zelenski, el ejército ucraniano jamás se
podrá imponer a las fuerzas rusas en el campo de batalla. Pero este nunca fue
su objetivo.
Cuando
los estadounidenses se metieron en Ucrania en 2014, sabían con certeza que
Rusia reaccionaría de la manera que lo hizo. Era de esperar que los rusos no
aceptaran fácilmente la perdida de Crimea. El puerto de Sebastopol es vital
para el Kremlin, es su llave maestra para el acceso al Mediterráneo y sede del
Cuartel General de su Flota del Mar
Negro.
La península pertenece desde 1774 a Rusia y solo terminó en manos ucranianas
tras ser cedida por Moscú. Tampoco era difícil de prever que los rusos no
aceptaran pasivamente a las tropas de la OTAN en otro Estado con el que
comparten frontera. Por esto, Ucrania era considerada una línea roja para el
gobierno de Putin. Algo que se empeñó insistentemente en remarcárselo a los
mandatarios occidentales y que, Estados Unidos, de igual manera, decidió
traspasar.
Está
claro que para Washington, uno de los objetivos principales del derrocamiento
del gobierno ucraniano afín a Moscú, era el control del estratégico puerto de
Crimea; pero en el marco de su imparable avance hacia el este, sería extraño
que el Pentágono solo se conformase con arrebatarle toda Ucrania en un primer
intento. Antes del golpe de Estado de 2014, Moscú controlaba todo el territorio
ucraniano. Ahora, Rusia cuenta con tan solo un 20% y los norteamericanos son
los que ejercen el poder sobre el 80% restante. Las tropas de la potencia del
norte han ganado terreno y han logrado avanzar hacia las fronteras rusas.
Resulta claro quien está ganando la guerra.
Por
supuesto que Washington no se resignará a hacerse con esa esa porción de
Ucrania todavía en manos de Rusia. Pero es probable que para arrebatársela
precise involucrarse directamente en el conflicto, algo que por ahora parece no
entrar dentro de los planes del Pentágono, quienes parecen muy cómodos con una
guerra por delegación (por medio del pueblo ucraniano) como la que se está
llevando a cabo hasta el momento. En este escenario, el plan estadounidense
parece ser someter a Rusia a una constante presión para desgastarla de a poco.
El objetivo sería disputarle pequeñas parcelas de las zonas ucranianas bajo su
control, con la intención de mantener vivo el conflicto, en baja o media
intensidad, manteniendo la atención y los esfuerzos del ejército ruso (y de su
economía), erosionándolo de a poco.
En
contraposición, el panorama para los rusos luce mucho más complejo. Hoy por hoy, pareciera que los eslavos se
conformarían con mantener los territorios anexados, y que no irían más allá de
estos. La conquista de todo el territorio ucraniano se antoja un objetivo
demasiado grande para sus posibilidades, máxime, considerando las dificultades
que vienen teniendo para asegurar sus posiciones. Recordemos que, a más de dos
años de iniciada la invasión, todavía no controlan todas las regiones que ahora
consideran parte de su país.
Pero suponiendo
que Moscú lograse hacerse con todo el control de esta zona -e independiente de
la estrategia estadounidense mencionada- con total seguridad deberán hacer
frente a ataques constantes por parte de Kiev, que, por más que asuma la
imposibilidad de expulsarlos, se conformará con hacerles la vida imposible al
ocupante. Esta situación podría durar años y sería un problema de difícil
solución para el Kremlin, quien no ha podido neutralizar las incursiones de
Ucrania en su territorio (ya sea en forma de ataques del ejercito enemigo,
destrucción de infraestructura, o bien de asesinatos selectivos. Estas acciones
estarían casi garantizadas a futuro, ya que sería muy difícil para cualquier
gobierno ucraniano resignarse a la pérdida de soberanía, si no es por su propia
voluntad, por la presión ejercida por los sectores más nacionalistas y
antirrusos del oeste del país.
LOS OBJETIVOS DE RUSIA EN UCRANIA
En primer
lugar, hay que señalar que nadie sabe realmente cuáles son los verdaderos
objetivos militares concretos de la invasión rusa a Ucrania. Oficialmente, solo
se conocen los expresados públicamente por el presidente Putin cuando anunció el inicio de la campaña. Por lo que resulta imposible determinar a cabalidad si
la guerra se está desarrollando de acuerdo a lo planeado por Rusia o no.
Considerando
la disparidad de poderío entre los dos países, surge la interrogante de porqué
Moscú no ha logrado vencer a su oponente. Es cierto que las capacidades de uno
y otro no tienen necesariamente que determinar automáticamente el resultado de
la guerra, y que el ejército ruso ha demostrado a lo largo de la historia que
lejos esta de ser infalible, pero las asimetrías son abismales.
Ciertamente,
no se puede pasar por alto que Rusia no ha desplegado todo su potencial. Si Rusia
lanzara toda su capacidad aérea, pero también terrestre y marítima contra
Ucrania, la guerra hubiera concluido rápidamente, pero de haber sucedido esto,
el precio de la victoria hubiera sido la destrucción total del país vecino y un
baño de sangre a una escala mucho mayor de lo que se ha visto hasta ahora. Está
claro, por más que la propaganda occidental no lo reconozca, que los rusos no
quieren ofrecer al mundo una masacre de estas características.
Para
determinar cuáles son los objetivos concretos que persigue el ejército ruso en
el campo de batalla, hay que dilucidar, a partir de lo declarado por Putin en
el mencionado discurso, cuáles son los verdaderos y cuales son pura propaganda
para justificar moralmente la invasión de Ucrania, o bien, para despistar al
enemigo.
De
acuerdo a lo expresado por el mandatario, su país busca: Desnazificar Ucrania,
capturar a las autoridades responsables de los ataques a las poblaciones del
este ucraniano y la desmilitarización del país.
Lo
primero que hay que destacar, es que si Rusia buscaba realmente desnazificar
Ucrania y apresar a todos los responsables por la persecución de los habitantes
del este ucraniano; esto implicaría la toma de Kiev, donde se encuentran los
distintos poderes del Estado que ordenaron el asesinato de todos los opositores
al golpe de Estado de 2014. Si de verdad Rusia perseguía estos objetivos, su
fracaso es más que evidente: las tropas rusas solo llegaron hasta las afueras
de la capital, para después replegarse.
Pero es
razonable poner en duda que estos sean los motivos reales que llevaron a los
rusos a entrar en el país vecino. En primer lugar, el éxito en una guerra poco
y nada depende de la captura de los altos mandos del enemigo; antes, resulta
más determinante la toma de posiciones estratégicas o la destrucción de las
capacidades militares del oponente. Las autoridades enemigas pueden ser
depuestas, pueden huir o rendirse una vez que hayan sido derrotadas en terreno.
Capturar a todos los jerarcas que han gobernado Ucrania desde el 2014, suena a
una misión demasiado ambiciosa, casi imposible. Si los rusos hubiesen
conquistado todo el territorio en poco tiempo, la mayoría de la cúpula de Kiev
no habría tenido problemas para salir del país y refugiarse en occidente
¿Hubiera significado esto el fracaso de toda la operación rusa? Sería difícil
juzgarlo en estos términos.
Por su
parte, la tan mentada desnazificación de Ucrania, no es más que una mera y
cínica mentira del Kremlin para justificar éticamente lo injustificable. A
Putin no le interesa combatir el nazismo. Al presidente se lo ve muy cómodo
posando o tejiendo alianzas con los fascistas del Partido Republicano en EEUU,
con los del Frente Nacional francés, o bien, con el gobierno de Hungría. Es
cierto que estos contactos pueden ser considerados como impulsados por la
necesidad de ambas partes de aunar fuerzas ante un enemigo común: la derecha
liberal -que busca destruir a los rusos y a quienes los fascistas combaten
(únicamente) para hacerse con el control del Estado-.
Cabría
esperar que en el Kremlin exista la conciencia de que se trata de una alianza
precaria y circunstancial, ya que, como marca la historia, los fascistas no
poseen muchas simpatías por los rusos. Por ejemplo, la presidencia de Trump no
cambió sustancialmente los ataques de EEUU a Rusia. Está claro que los rusos le
estrechan la mano a quien se la tienda, la necesidad los obliga, en un mundo en
el que cada vez cuentan con menos aliados. Pero esto no es escusa, las alianzas
con los fascistas son inadmisibles bajo cualquier circunstancia. Nada bueno
sale de ellas: con todos los alicientes que se pueden esgrimir a favor de lo
que llevó a Stalin a pactar con Hitler, el resultado fue la criminal repartija
de Polonia. Pactar con los fascistas, como históricamente han hecho los liberales
occidentales, define ética y políticamente a un partido, a una persona. Y no,
en el caso de los soviéticos, no impidió que la barbarie alemana aniquilara a
más de 20 millones de personas.
Por lo
que habría que descartar como reales estos objetivos proclamados por Putin. Ni
le interesa combatir a los nazis, ni puede ser tan ingenuo de pensar que podía
conquistar todo el territorio ucraniano de manera rápida y fácil, y, además,
apresar a sus más altos dirigentes. Al esgrimir estas razones, solo trataba de
justificar y legitimar su criminal invasión apelando a motivos nobles, como la
persecución de criminales y la búsqueda de justicia.
En cuanto
al tercer objetivo planteado, destruir las capacidades militares de Ucrania,
esta sí parece ser una meta real del gobierno de Putin (verificable, puesto que
es lo que está sucediendo en terreno). En lo que respecta a esto, hay que decir
que, mientras exista una administración ucraniana dispuesta a combatir a los
rusos y continue la ingente asistencia militar desde occidente – y, ambas, casi
con seguridad, lo harán-, la desmilitarización de Ucrania será una empresa (muy
probablemente) infructuosa para Moscú.