martes, 12 de marzo de 2024

 

ESTADOS UNIDOS LE ESTA GANANDO LA GUERRA A RUSIA IV

 

UNA GUERRA LARGA SOLO FAVORECE A ESTADOS UNIDOS

Por más que el ejército ruso mantenga la iniciativa en el campo de batalla, la guerra de Ucrania se desarrolla en los términos deseados por Estados Unidos. En primer lugar, un conflicto que se prolongue en el tiempo, solo le sirve a este último. De hecho, desde mediados del siglo pasado, Washington ha apostado por un enfrentamiento largo y de baja intensidad en su lucha contra los rusos. No bien terminada la segunda guerra mundial, los estadounidenses se propusieron arrebatarle a Rusia los territorios europeos que esta pasó a controlar. En una estrategia de largo alcance, la Casa Blanca apostó a un conflicto permanente, en el que se abocó a desgastar pacientemente a los eslavos. Su éxito ha sido rotundo, desde la caída de la URSS, Estados Unidos se ha apoderado de prácticamente todos los territorios que antes controlaban los rusos en el viejo continente.

Esta ofensiva estadounidense ha puesto a los eslavos en una posición defensiva. En una situación así -inclusive en el caso de lograr repeler exitosamente el avance del enemigo-cualquier país sujeto de agresión tiene poco y nada que ganar, salvo asegurar lo que ya poseía. En el caso concreto de los rusos, actualmente se encuentran luchando por hacerse con una porción del territorio de un país que antes de 2014 controlaba en su totalidad, antes, precisamente, de que se lo arrebataran los norteamericanos. Por más ilegitimo que sea su accionar, los rusos están peleando por asegurar sus fronteras ante el avance norteamericano. Nadie que se encuentre empeñado en un esfuerzo defensivo semejante le conviene que la lucha se alargue en el tiempo. Y los eslavos lo vienen haciendo desde hace mas de 75 años.

En el Pentágono se encuentran a gusto con como se viene desarrollando el conflicto. Es una guerra alejada de sus fronteras y donde no mueren estadounidenses. Exactamente lo contrario al escenario con el que tienen que lidiar en el Kremlin. Estados Unidos también se encuentra en una mejor posición que Rusia para afrontar el esfuerzo económico que conlleva una guerra. Porque si bien es cierto que los rusos llevaban un tiempo preparándose para esta eventualidad -y el gasto en su industria armamentística puede generar un impulso en su economía-, exactamente lo mismo puede decirse de los norteamericanos.

El gasto bélico del bando ucraniano es pagado por Washington, pero también por la Unión Europea; mientras que Rusia debe afrontar su presupuesto militar en solitario. Además, los eslavos deben reacomodar la totalidad de su economía a la desconexión de su principal aliado comercial (Europa). Si bien el rápido colapso de la economía rusa augurado por occidente nunca fue nada más que burda propaganda, el verdadero desafío será resistir en el mediano y largo plazo un estado de conflicto permanente. Porque si bien Rusia tiene todo (recursos naturales, población) para convertirse en una potencia autosuficiente, los eslavos históricamente siempre han dependido de la tecnología foránea para su desarrollo.

En Washington apuestan a desgastar a Moscú tanto en el campo be batalla como en el de las finanzas, que es, en definitiva, donde se decide la suerte de las naciones. En su momento, para afrontar la Guerra Fría que le proponía Estados Unidos, una Rusia totalmente arruinada se vio obligada a desviar a su industria militar, recursos vitales para la reconstrucción de su economía. Si bien la situación actual de los euroasiáticos ni se compara con la de aquel entonces, el gobierno de Putin deberá hacer frente a una potencia combinada entre Estados Unidos y la Unión Europea de mas de 42 billones de dólares, con una economía propia valorada en 2,242 billones (PBI de 2022 a precios corrientes).

La guerra en Ucrania es un magnífico negocio para la industria armamentística estadounidense, al punto de que gran parte de lo invertido por Washington para reforzar a su aliado, se queda en el país norteamericano. Para defender la aprobación de mas fondos por parte del congreso, desde la administración demócrata se reconocía en diciembre pasado que el 60% de toda la asistencia militar otorgada a Ucrania terminaba en las cuentas de las empresas de defensa estadounidenses. El lunes 4 de diciembre de 2023 el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, se presentó ante los periodistas para explicar que, otorgar asistencia militar a Ucrania ha “frenado el avance de Rusia en Ucrania, ayudado a Ucrania a lograr victorias militares significativas… y, al revitalizar nuestra propia base industrial de defensa, ha impulsado y ampliado líneas de producción y apoyado a empleos bien remunerados a través del país”.

El 31 de enero de este año, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg ahondo en este aspecto. En una entrevista con el medio Washington Examiner, comentó: “Ucrania es un buen negocio para Estados Unidos. La mayor parte del dinero que Washington proporciona a Kiev en realidad se invierte aquí en EE.UU., comprando equipos estadounidenses que enviamos a Ucrania. Así que esto nos hace a todos más seguros y hace que la industria de defensa estadounidense sea más fuerte”. Y agregó que, "solo en los últimos dos años los aliados de la OTAN han acordado contratos de defensa por más de 120.000 millones de dólares. Por lo tanto, es en interés de la seguridad, es un interés económico, es bueno para EE.UU.”.

Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, el negocio de la industria de defensa mueve más de 500.000 millones de dólares al año. De esta factura, el 50% corresponde a firmas estadounidenses. Las cinco empresas más grandes del mercado son de la potencia del norte: Lockheed Martin, Raytheon Technologies, Boeing, Northrop Grumman y General Dynamics.

Las acciones de estas compañías se han disparado en la bolsa de Wall Street. Pese a que alcanzaron su precio máximo entre octubre y diciembre del primer año de la guerra, para pasar a estabilizarse en 2023, sus valores permanecen casi sin excepciones por encima de antes de que estallara el conflicto. Un día antes de que comenzara la invasión rusa, el 23 de febrero de 2022, los papeles de Lockheed Martin se transaban a US$388, este 11 de marzo lo hacían en US$434, un crecimiento del 11%. Por su parte, las acciones de Northrop Grumman, pasaron de US$386 a US$459 en el mismo lapso, una ganancia de 18%. Las de General Dynamics, de US$216 a US$273, un 26% -aunque su rendimiento fue más oscilante. En tanto que las de Raytheon Technologies no variaron mayormente y las de Boeing, por el contrario, cayeron desde US$196 a US$192.

También hay que decir, que las sanciones impuestas por Estados Unidos a Rusia no tienen solo como objetivo dañar la economía de estos, sino que también comenzar a desconectar la integración comercial entre eslavos y europeos. Con el fin del conflicto, seria lógico que este proceso se detuviera o revirtiese. Cabria esperar, que en unas eventuales negociaciones de paz, Moscú solicitara el levantamiento de las restricciones que le han sido impuestas, con el invariable resultado de la normalización de los intercambios con su principal socio, la Unión Europea.   

En base a esto, y por más que la propaganda de ambas partes lo niegue, el escenario que más pareciese ser del agrado de la Casa Blanca es un conflicto prolongado en el que mantener a Rusia ocupada, desgastándose en una sangría de recursos y personal ¿Qué apuro tendría Washington en terminar la guerra si los muertos los ponen otros, mientras son sus empresas las que recogen las ganancias?

Bajo esta lógica se comprende mejor la política de envío de armamento del gobierno de Biden. El suministro occidental se ha producido a cuenta gotas y con notoria renuencia a la entrega de material más potente. Desde Washington y Bruselas han explicado esta conducta en función de que no desean escalar el conflicto con Rusia. Esto significa que están satisfechos con la dinámica en la que se desarrolla el conflicto hasta el momento, es decir, uno de baja intensidad, en donde los avances de uno y otro bando son escasos y se da una estabilidad en sus posiciones. Por sus antecedentes históricos, de ninguna manera se puede afirmar que esta decisión responda a la preocupación de estadounidenses y europeos por evitar una pérdida de vidas superior a las que ya se ha cobrado la guerra. De hecho, el armamento que en un principio se mostraban contrarios a enviar a Ucrania, finalmente lo han despachado. Así pasó con el alcance de los misiles, con los tanques, y al parecer, así será en el caso de los aviones. Ucrania solicitó estos materiales desde el principio, pero les fueron negados.

Está claro que con estos Kiev hubiera mejorado notoriamente sus posibilidades -si hubiesen contado con todo este material desde un principio y todo junto- pero sus aliados se lo negaron. De habérselos concedido, quizás hubieran llevado la guerra a tierras rusas -ya que sin estos, igual se las ha ingeniado para incursionar en localidades fronterizas-, lo cual casi con seguridad habría precipitado una respuesta más agresiva de Rusia; quizás llevando el conflicto al territorio de la OTAN.

Igual de probable que la hipótesis de que es a Estados Unidos a quien le sirve una guerra larga de desgaste, es la teoría de que en Washington no quieren, por el momento, que el conflicto trascienda las fronteras. Una muestra de esto es la rápida desmentida de los estadounidenses cuando Zelenski afirmó que los proyectiles caídos en Polonia el año pasado eran rusos, cuando en realidad eran de su ejército. Parece claro que los estadounidenses no quieren en estos momentos una tercera guerra mundial, sino que el conflicto se circunscriba a rusos y ucranianos por un par de años más.

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