miércoles, 1 de noviembre de 2023

 

ESTADOS UNIDOS LE ESTA GANANDO LA GUERRA A RUSIA III

EL INICIO DE LA GUERRA DE ESTADOS UNIDOS CONTRA RUSIA II

Por más ilegitima y criminal que haya sido la imposición de regímenes vasallos por parte de la URSS en sus países vecinos, resulta difícil negar el carácter defensivo de esta política. Incluso cuando esta conducta imperialista no tuvo ese cometido, como en Turquía e Irán, tampoco se puede pasar por alto que se trata de territorios cercanos a las fronteras del gigante eslavo. Pero si estas razones no justifican el accionar del Kremlin en la región, mucho menos pueden explicar la presencia del ejército estadounidense, tan lejos de sus costas. Es innegable que las posiciones norteamericanas en la zona forman una avanzada contra los eslavos. No bien terminada la segunda guerra mundial, este indisimulado ataque contra la soberanía rusa, tuvo como una de sus bazas principales la bomba atómica.

El 14 de junio de 1946 Estados Unidos presentó en la ONU su plan para el control internacional de las armas atómicas, el cual incluía inspecciones y otros detalles que sin dudas los soviéticos rechazarían. Para Moscú, Estados Unidos pretendía monopolizar la producción de armas atómicas. El mensaje para los soviéticos quedo más que claro cuando los norteamericanos decidieron seguir adelante con una prueba atómica el 1 de julio en el atolón de Bikini, en las islas Marshal. En ese momento los estadounidenses ya contaban con un arsenal de bombas, plantas de fabricación en funcionamiento, bombarderos B-29 y B-36 para transportarlas y bases en la mitad del planeta desde donde estos despegarían.

Después de la segunda guerra mundial, Estados Unidos fue aumentando su arsenal atómico; pasando de trece a mediados de 1947, a las trescientas a mediados de 1950. También aumento su capacidad para utilizarlo. En 1948 se diseñó el Emergency War Plan, que proponía el uso de todo el arsenal atómico “en un solo ataque masivo” contra la URSS. El Estado Mayor Conjunto aprobó el plan a fines de año. Con ciertas reservas, Truman ratificó la decisión. En agosto de 1949 la URSS logró hacerse con la bomba atómica; el mismo año en que los comunistas lograron imponerse en China. Truman aceleró los planes para ampliar el arsenal estadounidense, y el Estado Mayor Conjunto pidió por el desarrollo de una bomba de hidrogeno.

Al mismo tiempo que cercaba a los soviéticos por el oeste, Estados Unidos movía fichas en su flanco este. Moscú observó cómo Washington reforzaba a Japón militar y económicamente, mandaba tropas a la isla y avanzaba hacia un tratado de paz sin ellos. Los generales norteamericanos advirtieron de que excluir a los rusos de dicho tratado podría provocar que atacasen Japón. Sin embargo, el 24 de junio de 1950 los soviéticos atacaron Corea del Sur, controlada por los estadounidenses. La guerra de Corea allanó el camino a la remilitarización estadounidense. Truman elevó el presupuesto de defensa de 1951, que casi duplicó el del año anterior. Este continuó creciendo hasta alcanzar los más de cincuenta mil millones de dólares en 1953 -es decir, poco más del 10% del PBI-, cuando en 1949 era de trece mil millones.  Y Corea era sólo una pieza en Asia, Estados Unidos también tenía intereses en Vietnam y Filipinas. A la par, la OTAN se transformó en una organización militar estable, con un comandante norteamericano y tropas estacionadas en Europa.

A causa de dos decisiones fundamentales de Washington, rearmar a Alemania y firmar un tratado de paz con Japón sin contar con ellos, la enemistad con los soviéticos aumentó.

Luego de la muerte de Stalin, el 5 de marzo de 1953, los nuevos dirigentes soviéticos actuaron con rapidez en pro de limar asperezas con Estados Unidos, y dieron a China y Corea instrucciones de comprometerse con la posibilidad del armisticio. El 27 de julio de 1953, dos años y diecisiete días después de iniciarse las conversaciones, China, Corea del Norte y Estados Unidos firmaron el armisticio. Sin embargo, Corea del Sur no lo hizo: por lo que, en agosto, el nuevo mandatario norteamericano, Dwight D. Eisenhower, aumentó las presiones trasladando veinte bombarderos nucleares B-36 a la base aérea de Kadena, en Okinawa, como parte de la Operación Big Stick.

El 12 de agosto de 1953 los soviéticos probaron con éxito una bomba de hidrógeno de cuatrocientos kilotones en Kazajstán, aunque mucho menos potente que la de sus rivales, Moscú recortaba distancias con Washington. Sin embargo, al mismo tiempo, eran los estadounidenses quienes se acercaban aún más a las fronteras de la URSS (esta vez por el sur). En agosto de ese mismo año, la CIA ayudó a derrocar al gobierno de Mossadeq en Irán; reinstalando en el poder al sah Reza Pahlevi -quien gobernaría 25 años junto a la Casa Blanca- en un país que compartía mil kilómetros de frontera con la URSS. Los soviéticos entendieron que, lejos de intentar recomponer las relaciones tras la muerte de Stalin, la Casa Blanca las tensionaba.

La amenaza nuclear había probado su efectividad contra los soviéticos; por lo que, en diciembre de 1954, Eisenhower ordenó el despliegue del 42% de las bombas atómicas y del 36% de las de hidrogeno en ultramar, muchas de ellas cerca de la URSS. El plan también posicionó armas nucleares en Europa occidental. En 1958 ya contaba con cerca de tres mil en el viejo continente. De hecho, el optimismo de Eisenhower por las armas nucleares, así como por su eventual uso, hizo que en su presidencia el arsenal pasara de mil a veintidós mil.

En todas estas disputas es innegable que Estados Unidos actuó como agresor y la Unión Soviética como agredida: fueron los norteamericanos quienes avanzaron sobre las fronteras de los eslavos y no al revés. Esto no justifica ni legitima el derecho que se arrogaba por aquel momento (y que se arroga ahora en Ucrania) Moscú a disponer de sus países vecinos para garantizar su propia seguridad, pero no puede ser pasado por alto a la hora de entender el conflicto entre ambas potencias. La amenaza occidental a Rusia era tan real ayer como lo es hoy, y no un invento de los eslavos. De hecho, Estados Unidos era un reconocido y abierto enemigo de la Unión Soviética, y la segunda guerra mundial solo fue un breve paréntesis (aunque no del todo) en su lucha contra los eslavos. El gobierno de Woodrow Wilson apoyo a los zaristas en la guerra civil rusa de 1918-1920 que buscaba derrocar al nuevo Estado Socialista, y junto a Francia y Gran Bretaña participó de la coalición internacional que invadió Rusia con él envío de 15.000 soldados estadounidenses. De hecho, Washington no reconocería al gobierno soviético hasta 1933.

La situación cambió con la segunda guerra mundial, aunque no del todo. Pese a que estadounidenses y soviéticos formaron alianza para combatir a Alemania, lo cierto es que Roosevelt y Churchill dejaron deliberadamente que los nazis infligieran el mayor daño posible a la Unión Soviética antes de intervenir en Europa. Cuando en 1939 Hitler invadió Checoslovaquia, el avance alemán hacia el este encendió las alarmas en Moscú. Stalin entendió que pronto le llegaría el turno a su país, por lo que hizo un llamado a Londres y Paris para conformar un bloque en defensa de Europa oriental; sin obtener respuesta. En realidad, esta no era la primera vez que lo hacía. El Kremlin llevaba años pidiendo a occidente un pacto para detener a Hitler y a Mussolini, al punto de unirse a la Sociedad de Naciones estadounidense en 1934. Sin embargo, ninguna de las potencias había accedido a adoptar medidas de seguridad conjuntas frente a los fascistas. El 22 de junio de 1941 los temores de los soviéticos se hicieron realidad, Alemania ponía en marcha la Operación Barbarroja.

Ya en septiembre de 1941 el dictador soviético reclamó la apertura de un segundo frente en Europa. Solicitó a los británicos que invadieran el norte de Francia y que enviaran veinticinco o treinta divisiones a la URSS. Sin embargo, Roosevelt optó por desembarcar en el norte de África en junio de 1942. Mientras los alemanes avanzaban hacia Stalingrado, Estados Unidos se lanzaba a la conquista del continente africano, del Mediterráneo y de Oriente próximo, que los nazis amenazaban con arrebatarle a los británicos. Luego de derrotar a las potencias del eje en esta zona, los estadounidenses desembarcaron en Europa -el 10 de julio de 1943-, pero en el sur italiano.

Para compensar el hecho de haber dejado que la URSS soportara todo el peso de la lucha contra Alemania en Europa, Washington le envió material militar a los soviéticos. Sin embargo, este recién se concretó una vez iniciada la Operación Barbarroja, y así todo, no estuvo exento de problemas. A finales de diciembre de 1941, Averell Harriman, representante de Estados Unidos ante la URSS, calculaba que su país había mandado solo una cuarta parte de lo prometido a las autoridades de la Unión Soviética; y para colmo, la mayor parte de lo enviado era defectuoso. Los suministros se fueron regularizando a lo largo del año siguiente. Al final del conflicto, de los 50 mil millones de dólares que Estados Unidos proporcionó a los Aliados en el marco de La ley de Préstamo y Arriendo, 11 mil millones fueron para la URSS. En comparación, los británicos recibieron 31 mil millones.

El 6 de junio de 1944 fue el día en que finalmente se produjo la apertura del tan esperado segundo frente. No parece para nada casual, que Washington se haya decidido a desembarcar en Francia una vez que los soviéticos pasaron a controlar gran parte de Europa central y, cuando al parecer, los alemanes ya le habían infligido todo el daño que podían infligirle. La lucha contra los alemanes en Europa ya estaba prácticamente ganada y, hasta ese momento, la Unión Soviética era casi la única responsable. Hasta la invasión de Normandía, la URSS debió hacer frente a más de doscientas divisiones enemigas; en tanto que estadounidenses y británicos tuvieron que lidiar con no más de diez. El tercer Reich perdió seis millones de hombres en el frente oriental, y aproximadamente un millón en el occidental y el Mediterráneo.

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