LOS ARGENTINOS NO SE EQUIVOCARON TANTO
La Argentina acaba de elegir a un payaso fascista como presidente, y la mayoría se pregunta como puede ser que hayan optado por un candidato tan impresentable. Pero si el ganador hubiese sido Massa ¿Qué diría esto de los argentinos? ¿Era la decisión correcta votar al representante de una administración que sumió al 40% de la población en la pobreza? Los candidatos oficialistas ganan o pierden elecciones de acuerdo a la gestión del gobierno. Casi nada puede quitarle la victoria a un partido que favoreció a las grandes mayorías. Pero el peronismo fue en contra de los intereses del pueblo.
En estos
cuatro años, la presidencia de Alberto Fernández llevó adelante una política de
destrucción de los salarios que condenaron a casi la mitad de
los argentinos a la pobreza. Durante todo el periodo se
gobernó para los intereses del gran empresariado; mientras que las medidas en favor
de los trabajadores solo aparecieron después de derrota en las PASO. Medidas que, por supuesto, solo
fueron migajas para paliar la situación, ninguna rectificación sobre el rumbo
que trajera cambios sustanciales en la vida de la gente ¿En serio creyeron que
el pueblo sería tan estúpido? Y todo esto luego de ganar las elecciones en 2019
haciendo campaña con que rescatarían al país luego de la debacle de Macri
¿Hubiese sido una decisión inteligente renovarle la confianza a un gobierno que
los empobreció y les mintió descaradamente?
Ciertamente
la victoria del impresentable de Milei no ayuda a tratar de comprender la
lógica de la decisión tomada por los vecinos; pero esta es evidente. Hubiera
sentado un gravísimo antecedente (otro más) que el pueblo eligiera al ministro
de Economía de un gobierno que se dedicó sistemáticamente a atacar sus
intereses; hubiera sido lamentable que volvieran a optar por quienes los
engañaron hace tan solo cuatro años. Resulta increíble, pero ni siquiera se
preocuparon por cambiar sus mentiras de campaña. Durante todo el gobierno de
Macri prometieron que iban a echar al FMI, pero cuando llegaron al poder terminaron
pactando con el FMI, y luego, para mantenerse en el gobierno, hicieron campaña contra la presencia del Fondo en el país.
No
satisfechos con empobrecer a los argentinos, también se les burlaron en la
cara. En noviembre del año pasado Cristina había dicho que no se arrepentía de
haber elegido a Alberto, y un año más tarde se desentendía
de su gestión ¿Acaso la gente tenía que volver a acatar su orden, para en 2024
tener que escucharla decir que no tenía nada que ver con Massa? El Kirchnerismo
y el peronismo volvieron a demostrar que les interesa más controlar el Estado
que el bienestar del pueblo. Ante tanta desvergüenza y cinismo, el 36.78 % que
Unión por la Patria consiguió en la primera vuelta fue la peor votación de la
historia del peronismo.
Tampoco se
puede dejar pasar que, nuevamente, quedo expuesta la mentira de que la
derechización de los partidos que dicen representar a los trabajadores es una
garantía para llegar al poder. Pero hay otro aspecto muy valorable en el
comportamiento electoral de la ciudadanía, específicamente en lo que respecta
al votante de la derecha. Desde que asumió en 2003 Néstor Kirchner, liberales y
fascistas comenzaron a trabajar para poder sacarlo de la Casa Rosada. Luego de
un arduo camino, en 2015 lograron unificar a la derecha y volver al poder. Sin
embargo, quienes convirtieron a Macri como presidente, entendieron que este los
había defraudado, y en vez de darle otra oportunidad, lo hicieron a un lado. No
solo no se pudo presentar ni como precandidato dentro del partido que el mismo
había fundado, sino que su representante ni siquiera pasó a la segunda vuelta.
En cambio, optaron por un candidato nuevo.
Por más
increíble que sea, hay que reconocer que en esta decisión de la derecha
argentina hay muestras de una dignidad, una racionalidad y un coraje pocas
veces visto en el electorado de cualquier país del mundo. Fue sumamente digno el
no dejarse engañar nuevamente por quienes incumplieron años atrás con sus
compromisos de cambios y, resistiendo cualquier compromiso emocional con el
macrismo -que ellos mismos ayudaron a construir y del que formaban parte-, en un
acto puramente racional, lo descartaron y optaron por una opción nueva. Encima,
tuvieron el coraje de elegir una opción que parecía imposible que pudiese
hacerse con la victoria, en las antípodas de lo que se considera un buen
candidato.
Este
comportamiento es sumamente novedoso en política. Sin duda debe haber casos,
pero no deben ser muchas las veces en que un electorado le concede solo una
oportunidad a sus representantes, y luego no los elige ni para ir a disputar un
ballotage.
El pueblo
se puede equivocar, pero generalmente, la culpa no es del pueblo. En este caso
puntual, la gran culpable de la victoria de Milei es Cristina Fernández de
Kirchner. Ella, por haberlo elegido, es la máxima responsable del desastre que
fue para los trabajadores el gobierno de Alberto Fernández. Y fue ella, al
designar a Sergio Massa como candidato, quien puso a los argentinos en la
disyuntiva de elegir entre fascismo y liberalismo; dos opciones inaceptables
para quienes no se reconocen como derechistas.