viernes, 24 de enero de 2025

 

SIRIA: OTRA DERROTA RUSA A MANOS DE ESTADOS UNIDOS (III)

 

ESTADOS UNIDOS

Que en el bando liderado por Estados Unidos los yihadistas cumplían un rol preponderante, el devenir de los acontecimientos lo ha dejado totalmente claro. Que un importante aliado de Washington como Turquía, coordinaba con estos, tampoco parece revestir muchas dudas. Sin embargo, la conexión directa de los norteamericanos con los islamistas permanece en las sombras.

En una entrevista con The Guardian, el jefe del ala militar del Hayat Tahrir al Shar (HTS), Abu Hassan al-Hamwi (ese es su nombre de guerra, el real es Murhaf Abu Qasra; y es el nuevo ministro de Defensa sirio), aseguró que comenzaron a planear la ofensiva hace un año. También afirmó que, durante el último lustro, habían estado desarrollando una doctrina militar disciplinada y comunicándose con otros grupos para coordinar su asalto a las fuerzas de Al Assad. “Después de la última campaña (agosto de 2019), durante la cual perdimos un territorio significativo, todas las facciones revolucionarias se dieron cuenta del peligro crítico: el problema fundamental era la ausencia de un liderazgo unificado y control sobre la batalla”.

De estas declaraciones no queda claro si estos contactos incluían a las milicias kurdas aliadas de Estados Unidos. La campaña gubernamental a la que hacía referencia tuvo lugar en Idlib en agosto de 2019, pero en esta provincia el HTS ya había logrado aglutinar a las fuerzas pro turcas y a otros grupos de la zona en la coalición militar Al Fath Al Mubin, en mayo de 2019. Quizás, se refería a otras agrupaciones de Idlib o, más probablemente, del noroeste, que habrían quedado fuera de esa alianza.

Desde esa fecha hasta hoy, si parece haber unificado bajo su liderazgo a todos los grupos del noroeste. Para diciembre de 2023 el dominio del HTS era tal, que se comunicaroncon las milicias del sur y comenzaron a asesorarlos para crear una sala de guerra unificada. Finalmente, con su ayuda, se fundó la Sala de Operaciones del Sur, que reunía a los comandantes de alrededor de 25 grupos del sur, y que coordinaría los movimientos de sus combatientes con los del HTS en el norte. El objetivo era que ambos tomaran Damasco, el HTS y sus aliados desde el norte, y la Sala de Operaciones desde el sur.

Si sus planes para derrocar a Al Assad alcanzaron a los grupos del sur, puede que hayan incluido a las fuerzas kurdas respaldadas por los estadounidenses en el noreste del país.

Lo que sí parece probado, es que estas sí tenían contacto con el HTS. Antes de que Washington blanqueara sus comunicaciones con el grupo islamista, la CNN publicaba el 7 de diciembre de 2024: “Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) han mantenido contacto con el grupo rebelde conocido como HTS, dijo el funcionario estadounidense (de la administración de Biden que hablo en condición de anonimato con el medio), pero EEUU no se comunica con HTS porque la considera una organización terrorista”.

Los kurdos de las Unidades de Protección Popular (YPG) y la alianza que lideran, las Fuerzas Democráticas Sirias, mantienen con EEUU una estrecha cooperación económica, política y militar. Ya para 2018, las FDS -bajo el nombre de Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria- controlaban zonas del norte y del este sirio (no solo la región kurda), dominando una cuarta parte del territorio de la república árabe.    

Con la excusa de luchar contra ISIS -las FDS combatieron contra el Estado Islámico, arrebatándole importantes ciudades en el noreste-, Estados Unidos mantiene tropas en Siria desde 2014. El terrorismo solo fue un pretexto, a pesar de que Washington declaró que había derrotado al grupo -el ISIS no controla territorio en Siria desde 2019- los soldados estadounidenses permanecieron en el país árabe. Tampoco se quedaron a combatir a los yihadistas liderados por el HTS, con los que convivieron todo este tiempo en el norte de Siria.

El verdadero objetivo era Al Assad; desbancar a Rusia del poder en Damasco, y pasar a ser ellos quienes controlen el país árabe. Ahora, sin su aliado en el gobierno, Moscú tendrá serios problemas para mantener sus estratégicas bases en el país árabe. Porque si hay algo que han dejado claro desde el Pentágono, es que permanecerán en Siria.

Tras la ofensiva opositora, Estados Unidos anunció rápidamente que su misión contra el ISIS continuaría. Ahora, la excusa, es el vacío de poder dejado por la caída de Assad. El Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) ha seguido atacando lugares en Siria que, según afirma, son campamentos y operativos conocidos del ISIS. El 16 de diciembre el CENTCOM anuncio en un comunicado que: “Estos recientes ataques se han producido en zonas controladas por el antiguo régimen y por Rusia, lo que garantiza que se mantenga la presión sobre ISIS”. Estos tienen como objetivo evitar que el grupo busque “oportunidades para reconstituirse en el centro de Siria”.

Las fuerzas norteamericanas se encuentran en el territorio controlado por los mencionados grupos kurdos, en el norte y el noreste del país. En los medios occidentales no se encuentran mayores datos sobre las bases del Pentágono en Siria. Solo se reconoce la ubicada en Al Tanf, en la frontera sureste con Irak.

La falta de información también se aplica al número de militares desplegados. En un principio, el gobierno afirmó que eran 900, pero después tuvo que reconocer que eran 2.000. El secretario de prensa del Pentágono, mayor general Patrick Ryder, explicó: “Según tengo entendido, y así me lo explicaron, estas fuerzas adicionales se consideran fuerzas de rotación temporales que se despliegan para satisfacer las necesidades cambiantes de la misión, mientras que el núcleo de 900 efectivos está en despliegue a más largo plazo”.

Interrogado por la CNN sobre por qué no habían revelado previamente el número exacto del contingente, Ryder negó que hubiera algún intento de ocultar el número real. “Parte de la explicación es la sensibilidad desde un punto de vista diplomático y de seguridad de la operación”, argumentó.

Por su parte, se cree que Estados Unidos estableció por primera vez bases en el norte de Siria, en octubre de 2015. En tanto que, para mediados de 2017, estas ya habrían aumentado a diez. Todas ellas, en los territorios controlados por los kurdos.  

En la provincia de Al-Hasakah (noreste sirio) poseería cuatro. Una en el distrito de Rmeilan, en el noreste de la provincia. Otras dos en Tal Baydar y Tal Tamir, en el noroeste. Mientras que, en el sur de la gobernación, se encontraría otra en Ash Shaddadi. 

En Raqqa (norte de Siria), los estadounidenses tendrían una instalación militar en Ayn Isahh, en el norte de la provincia. Y en Aleppo (noroeste), las cinco restantes: Harab Isk (en el sur de Kobane), Sabt, y Ayn al- Arab, todas ubicadas en el noreste de la gobernación (en el norte del país), en el margen este del Éufrates; en tanto que, en Ushariya y Ayn Dadat (situada al norte de Manbij, a unos 9 km cerca de la ciudad de Dadat ), al oeste del rio.

El mapa con las diez bases estadounidenses fue publicado el 18 de julio de 2017 por la agencia estatal de noticias de Turquía, Anadolu. Quien también informó sobre el número de militares estadounidenses desplegados en estas instalaciones.

The Daily Beast, el primer medio estadounidense en cubrir la noticia, aseguró que la precisión del mapa había sido confirmada por altos funcionarios de seguridad turcos.

El medio también consignó que portavoces de la Operación Inherent Resolve (la coalición formada por Washington para luchar contra el ISIS en Siria) y el CENTCOM le pidieron que no publicara la información de Anadolu.

“La discusión sobre números y ubicaciones específicas de tropas proporcionaría información táctica sensible al enemigo que podría poner en peligro a la Coalición y a las fuerzas asociadas”, le comentó el coronel Joe Scrocca, director de asuntos públicos de la coalición.  “Publicar este tipo de información sería una irresponsabilidad profesional y, respectivamente, solicitamos que se abstengan de difundir cualquier información que pueda poner en peligro las vidas de la Coalición”, agregó.

En tanto que, el coronel John Thomas, portavoz del CENTCOM, también pidió al The Daily Beast que se abstuviera de dar a conocer estos detalles, alegando que serían “potencialmente perjudiciales para las vidas de los involucrados”.

Cuando la noticia cobró relevancia, el vocero del ejército estadounidense, el mayor Josh Jacques, tuvo que salir a declarar ante la prensa que, “la divulgación de información militar sensible expone a las fuerzas de la coalición a riesgos innecesarios y tiene el potencial de interrumpir las operaciones en curso para derrotar a ISIS”.

Desde Washington también hicieron saber su preocupación y molestia con el gobierno de Erdogan. Jacques dijo que las preocupaciones sobre el informe habían sido transmitidas a Ankara a través del Departamento de Estado. Otro vocero, de la Operación Inherent Resolve, el Coronel Ryan Dillon, confirmó que se habían comunicado con Turquía; y agregó, “no sabemos quién proporcionó esta información a la Agencia Anadolu, pero sería preocupante si viniera de un aliado de la OTAN”.

Inmediatamente, el 20 de julio el portavoz presidencial turco, Ibrahim Kalin, había salido a aclarar que Ankara no había filtrado ninguna información, y que el informe fue realizado por la agencia estatal por su propia cuenta. “Como Turquía, nunca podemos tener la idea de poner en peligro la vida de ninguna de las tropas de nuestros aliados en ningún lugar”, dijo Kalin a los periodistas en una conferencia de prensa.

Por su parte, desde Anadolu declararon que los datos sobre la ubicación de las bases no se obtuvieron como resultado de una filtración, sino a raíz de su propia investigación, mediante trabajo de campo e imágenes en redes sociales de combatientes kurdos. El periodista que escribió el artículo, el corresponsal Levent Tok, llegó a afirmar que “Estados Unidos debería haber pensado en esto antes de cooperar con una organización terrorista” (los kurdos).

La reacción del Pentágono pareció confirmar la veracidad de la información. También las excusas poco creíbles del gobierno de Erdogan. Turquía se encontraba molesta por la negativa estadounidense a extraditar al clérigo Fethullah Gülen, a quien Ankara acusaba de haber orquestado el fallido golpe de Estado de 2016; así como por la decisión de su aliado de armar a las milicias kurdas sirias.

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