martes, 27 de agosto de 2024

 

LOS ANTECEDENTES QUE COMPLICAN AL PSUV (I)

El chavismo siempre se mostró orgulloso de sus credenciales democráticas. Ante las acusaciones de fraude y autoritarismo que la oposición (venezolana e internacional) levantó desde que Chávez ganó su primera elección; respondían con que ningún país del mundo había celebrado tantas elecciones como en Venezuela, y que sus victorias, en la inmensa mayoría de estas, habían sido certificadas por uno de los mejores sistemas de votación del mundo. Además, en las pocas ocasiones que les había tocado perder, habían reconocido la derrota sin problema. Todo esto era cierto; sin embargo, dejó de serlo en 2015.

El 6 de diciembre de aquel año, el país caribeño celebró elecciones parlamentarias para renovar todos los escaños de su Asamblea Nacional. A diferencia de las votaciones anteriores, en la noche de aquel domingo, los resultados venían demorados, era una situación extraña. Finalmente, tarde en la madrugada, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, se presentó ante la prensa con el primer boletín de resultados (a las 00:30, más de 6 horas luego del cierre de las urnas). Lucena confirmaba las sospechas sobre los motivos de la espera: luego de la sufrida en el referéndum de 2007, el oficialismo era derrotado por segunda vez en las urnas.

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se hizo con el 56,21% de las preferencias del electorado, cosechando 7.728.025 de votos. En tanto que la coalición oficialista alcanzaba los 5.625.248, un 40,92%. La derecha le sacaba así el control del parlamento, apoderándose de 112 de los 167 escaños. Pese a que en un primer momento el PSUV aceptó los resultados, a los pocos días comenzó a moverse para desconocerlos.

Se acusó a la oposición de fraude por medio de la compra de votos, respaldados por grabaciones en las cuales la entonces secretaria de la gobernación de Amazonas, Victoria Franchi, ofrecía sumas de dinero a grupos de personas para votar por los candidatos opositores. Semanas después el gobierno de Maduro presentó al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) 7 denuncias de impugnaciones sobre un total de 8 diputados electos para representar a los estados Amazonas, Aragua y Yaracuy. Solo una de estas fue aceptada como procedente. El TSJ ordenó la suspensión de los actos de totalización de votos y proclamación de resultados en todos los circuitos del estado Amazonas, afectando a tres diputados electos por la MUD (uno de ellos de la representación indígena por la región sur) y a un diputado del PSUV.

Rápidamente, el 30 de diciembre de 2015, el TSJ prohibió la juramentación de los representantes de Amazonas. La suspensión de los tres representantes de la MUD buscaba arrebatarle la mayoría absoluta en la Asamblea (dos tercios de los diputados), la cual le otorgaba generosos poderes, como la de derogar o reformar leyes orgánicas. También habilitaba a la derecha a convocar una Asamblea Constituyente, la cual le permitiría forzar nuevas elecciones presidenciales y renovar las autoridades de los poderes Judicial, Ciudadano y Electoral, en manos del chavismo.

Pese a la orden del TSJ, el 6 de enero de 2016 -un día después de que asumieran los 163 de los 167 parlamentarios-, antes del inicio de la primera sesión ordinaria, la derecha procedió a la juramentación de sus 3 diputados, lo que llevó al Tribunal a declarar en desacato al Congreso y declarar nulas todas sus actuaciones. Unos días después, los diputados en cuestión decidieron desincorporarse para revertir la condición de desacato impuesta, decisión aprobada por el Parlamento y notificada al TSJ el 13 de enero. Sin embargo, la sentencia no fue modificada.

La conocida como sentencia 156, emitida el miércoles 29 de marzo de 2017 por el TSJ, ratificaba lo ya dispuesto, y establecía que, “mientras persista la situación de desacato y de invalidez de las actuaciones de la Asamblea Nacional, esta Sala Constitucional garantizará que las competencias parlamentarias sean ejercidas directamente por esta Sala o por el órgano que ella disponga, para velar por el Estado de Derecho”.

Tras las protestas generadas por la disolución de facto del parlamente y, para intentar darle un marco de legalidad a semejante deriva antidemocrática, el 1 de mayo de 2017 el gobierno de Nicolas Maduro convocó una Asamblea Nacional Constituyente, la cual asumiría las competencias del legislativo controlado por la derecha. La elección se llevó a cabo el 30 de julio, únicamente con candidatos del oficialismo, ya que, obviamente, la oposición no se presentó.

El primer boletín de resultados emitido por el CNE, informó una participaron de 8.089.320 de venezolanos, un 41,53 % del padrón electoral. Al mismo tiempo, la derecha entregaba cifras distintas. La MUD informó que votaron 2.483.073, alrededor del 12,4% del padrón electoral; y desde la agencia de noticias Reuters, aseguraron que -según documentos internos del CNE en su poder- el total era de 3.720.465 votos, un 18%. Los más de 8 millones de votos anunciados por las autoridades electorales generaron suspicacia. Eran justo los que precisaba el gobierno de Maduro para superar los más de 7,6 millones de votos con los que habría contado el plebiscito no oficial -organizado dos semanas antes por la derecha- en rechazo a la iniciativa constituyente. 

Al igual que lo que sucedió este año, en 2017 tampoco aparecían las actas de votación; el CNE no presentó el detalle del escrutinio. El primero de agosto, Luis Emilio Rondón, uno de los rectores del CNE de la época, denunció que no podía confiar en cifras “burdas de un proceso que no contó con los controles que se han incluido en los demás comicios”. Rondón exigía que se publicara “no solo el resultado final de participación y el nombre de quienes resultaron adjudicados como ganadores, sino que deben presentar las actas de escrutinio con el total de votos por cada mesa y los votos obtenidos de cada candidato”. Además, expresaba que, “no puedo tener confianza en cifra alguna que haya surgido de un proceso que no contó con todos los controles que se han dado a lo largo de estos años para generar confianza en los comicios que se llevan a cabo en Venezuela”. Para Rondón lo resuelto por el ente electoral “vulnera nuestros controles electorales y crean precedentes que no deben ser repetidos en otro proceso electoral venezolano”. 

Por su parte, Antonio Mugica -representante de Smartmatic, que desde 2004 era la empresa encargada del sistema electrónico de votación venezolano- advirtió en una conferencia de prensa en la ciudad de Londres, que las cifras anunciadas fueron manipuladas y que habrían participado menos votantes de los que arrojan los resultados oficiales: "la diferencia entre la cantidad anunciada y la que arroja el sistema es de al menos un millón de electores". Mugica señaló que, “lo que puedo asegurar es que las cifras oficiales y las que arrojó el sistema no concuerdan”.

La farsa de la Asamblea Nacional Constituyente se reveló al concluir su labor el 18 de diciembre de 2020 sin la redacción de una nueva constitución para ser considerada por la población. La fecha no era casual, el 5 de enero de 2021, un nuevo parlamento -formado exclusivamente por el oficialismo- se aprestaba a iniciar una nueva legislatura (la actual, en funciones hasta el 2026), fruto de unas elecciones en que la derecha había decidido no presentarse.

jueves, 8 de agosto de 2024

LA IZQUIERDA VENEZOLANA DENUNCIA IRREGULARIDADES

El fascismo venezolano ha sido claro en denunciar las irregularidades cometidas por el Consejo Nacional Electoral (CNE). A menos de dos horas para la entrega de los primeros resultados, Delsa Solorzano -líder del partido Encuentro Ciudadano y testigo de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD)- denunció que el CNE dejó de transmitir las actas desde los locales de votación e impidió a los testigos el acceso a ellas. Solorzano, también reclamo que, en su condición de testigo de Edmundo González en la sede del CNE, se le había impedido el acceso al recinto igual que al resto de los representantes de la oposición.

No es que estas denuncias deban ser desestimadas, pero la palabra de una derecha que jamás reconoció ninguna de las victorias del chavismo y nunca ocultó sus intenciones golpistas, inspira nula confianza. Sin embargo, esta vez, las críticas sobre la limpieza de las elecciones también provienen de la izquierda.

El Partido Comunista y otras organizaciones dieron a conocer diversas irregularidades que habrían cometido las autoridades electorales. Entre estas, figuraba una denuncia formulada por uno de los candidatos, que señalaba que el Boletín N°1 -que leyó Amoroso en la noche de las elecciones- no se imprimió en la Sala de totalización, en presencia de testigos de los partidos, como señala el protocolo que se debió realizar. Otra denuncia, del equipo de otro de los presidenciables, señala que el resultado a favor de Maduro anunciado por el director del CNE, no se corresponde con la totalización del 80%, de acuerdo a las actas que estaban en su poder.

El partido Comunista también hizo saber sus dudas acerca de la denuncia del presidente del CNE de un hackeo masivo de la plataforma electoral considerada invulnerable, puesto como excusa para la interrupción de la transmisión de datos la noche de la elección; así como, la no publicación de los resultados desagregados -mesa por mesa- tal como ha ocurrido a las pocas horas de procesos anteriores, de manera tal que la ciudadanía pueda controlar el proceso.  

“La fortaleza del sistema electoral venezolano, probado en decenas de elecciones, es su transparencia y auditabilidad. En esta ocasión, hay hechos y denuncias que limitan seriamente esas características y, en consecuencia, debilitan la credibilidad de los anuncios parciales realizados por el CNE”, señaló la izquierda venezolana.

Según un comunicado del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista: “La proclamación de Nicolás Maduro como presidente reelecto bajo este escenario de incertidumbre en el que los resultados presentados por Amoroso contrastan abiertamente con el ánimo que imperó durante la jornada electoral, no es más que una provocación que abre paso a la configuración de situaciones de violencia.”

Por su parte, la Liga de Trabajadores por el Socialismo de Venezuela, se hizo eco de la denuncia realizada por la derecha en cuanto a que la noche de la totalización de los resultados, a mitad del proceso, el gobierno decidió impedir el acceso a testigos de Edmundo González, dejando a estos con menos de la mitad de los datos totalizados. El partido izquierdista también señaló que los funcionarios del ente electoral se negaron a darle copias de las actas a los testigos en numerosos centros de votación. Y al igual que los comunistas venezolanos, también se quejaron de que el acta con los resultados finales no se imprimió en la sala de totalización del CNE, a la vista de todos los testigos -y como está estipulado-, sino que la imprimió directamente el presidente del organismo, no se sabe dónde, y se la presentó al resto de rectores.

La Liga de Trabajadores por el Socialismo hizo ver que estos reclamos provienen no solo de los sectores afines a Estados Unidos, sino también de los partidos de derecha que mantienen buenas relaciones con el gobierno. Tal es el caso de Enrique Márquez, uno de los aspirantes que compitieron por la presidencia y ex miembro del CNE, quien denunció que "a la mayoría de nuestros testigos se les impidió acceder a los centros de votación. Quienes pudieron ingresar presenciaron el proceso y esperaron las actas, pero no se las entregaron como lo exige la ley y su reglamento. No solo viola la ley, sino que genera oscuridad, opacidad, falta de transparencia”.

A su vez, también advirtieron que el CNE ha evitado las auditorías que corresponden, de acuerdo a las propias normas del proceso, luego de anunciados los resultados, para completar la verificación.

Además de las irregularidades de esta votación en particular, existe un elemento que claramente descarta la condición democrática de las elecciones venezolanas: las inhabilitaciones de partidos y candidatos. Hace años que el oficialismo, por intermedio del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), viene prohibiendo la actividad política de determinados políticos y organizaciones. Excluyendo a los principales referentes de la derecha de participar en las elecciones, el PSUV ha logrado limitar por completo las posibilidades de que le arrebaten el poder. En las últimas dos elecciones presidenciales (2018 y 2024) las figuras más populares de la derecha no han sido habilitadas para presentarse.

Para borrar la oposición a su gobierno, el PSUV ha recurrido a la intervención de los partidos.  Las intervenciones han removido a las juntas directivas y las han sustituido por miembros designados por el TSJ, dejando a las agrupaciones en manos de sectores afines al dialogo con el gobierno. Si bien las primeras intervenciones datan del 2012, hubo dos momentos, particularmente notorios, en 2015 y 2020. Fueron destituidas las cupulas dirigenciales de los principales partidos de derecha -COPEI en 2015, Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular en 2020- además de otras organizaciones menores.

Casi la totalidad de estos partidos han participado en los intentos de derrocar al chavismo desde el día en que este ganó su primera elección; la mayoría de estos nunca reconoció victoria alguna del PSUV. Se podría llegar a pensar que este mecanismo de sustitución de autoridades podría ser una buena manera de purgar el sistema político de actores indisimuladamente golpistas, sin tener que llegar a prohibir las organizaciones opositoras. Sin embargo, la proscripción de políticos y partidos que no han sido condenados por la justicia por ninguno de los atentados al sistema democrático venezolano en los que han participado, no puede ser resuelta a discreción del gobierno por medio de un tribunal bajo su control.

La arbitrariedad de estas medidas quedó al descubierto cuando alcanzó a los partidos de izquierda que rompieron con el PSUV. En 2020 fueron intervenidos Tupamaro, Patria Para Todos y en 2023 fue el turno del Partido Comunista; demostrando que el mecanismo no se regía por criterios democráticos o de justicia, sino para borrar toda oposición a la gestión del oficialismo. Colocando directivas afines, el PSUV lograba desarticular a los opositores sin la necesidad de prohibir sus organizaciones, algo que habría dejado en total evidencia la inexistencia de un marco democrático. Se trata de aparentar una libertad de organización que ya no es tal.   

 Si para el caso de la derecha esto se podía comprender (aunque no compartir), las inhabilitaciones de la izquierda dejan en evidencia la voluntad antidemocrática del PSUV. El crimen de los partidos de izquierda fue entrar en conflicto con las políticas neoliberales de Maduro y (lo más importante) salir de la alianza con el gobierno para crear un nuevo referente electoral.

Entre las agrupaciones intervenidas se encuentran las que para las elecciones parlamentarias de 2020 conformaron la coalición Alternativa Popular Revolucionaria, un frente de izquierda por fuera del chavismo. Los partidos que la integraban, vieron usurpado su registro electoral, para usarlo en favor de la candidatura del PSUV. Para este año, el gobierno fue más allá, y no solo negó el registro de una nueva organización con el que la izquierda pudiese presentar una candidatura, sino que también le negó al PCV y a las otras fuerzas el registro de la candidatura de Manuel Isidro Molina, negando el acceso al sistema de postulación a la organización habilitada para inscribir.

 


miércoles, 7 de agosto de 2024

VENEZUELA: INDICIOS DE FRAUDE

 

Hasta el 7 de agosto el Consejo Electoral de Venezuela (CNE) no había publicado aun las actas que acreditasen la victoria del oficialismo en las elecciones. Sin las pruebas que respalden los resultados de la votación, de ninguna manera se puede dar por valido lo expresado por las autoridades. Al no respetar el proceso prestablecido para la verificación del escrutinio, al ocultar la información y no dar transparencia al procedimiento; el CNE ha violado la ley y, por ende, ha fraguado las elecciones. Al no revelar los datos que sustenten los números entregados, el organismo electoral actúa de manera fraudulenta y antidemocrática: los comicios ya no pueden ser convalidados.

Nada de lo que hagan a continuación las autoridades venezolanas puede ya remediar esta situación. Al ocultar la información, el PSUV ha perdido toda credibilidad, y de ahora en más todas sus actuaciones serán sospechadas. Ni siquiera en el caso de que llegasen a presentar las actas ¿Quién podría creer en la autenticidad de documentos que antes se negaban a revelar? Esto constituye un fraude. Sin saber a ciencia cierta quien ganó las elecciones, tanta opacidad solo puede tener por cometido: robarle las elecciones a la derecha.

A esto se refirió el Centro Carter en una declaración del 30 de julio, en la que se señalaba que no había podido verificar la autenticidad de los resultados comunicados por el CNE, ya que el Consejo no había entregado el detalle de los resultados desglosados por mesa de votación (cometiendo una grave violación de los principios electorales). Por eso, los veedores del Centro consideraron que la elección del 28 de julio “no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática. El proceso electoral de Venezuela en 2024 no ha alcanzado los estándares internacionales de integridad electoral en ninguna de sus etapas relevantes y ha infringido numerosos preceptos de la propia legislación nacional”.

El Centro Carter no solo es una de las instituciones internacionales que fueron invitadas por las propias autoridades electorales venezolanas para observar la elección presidencial; la organización fundada por el ex mandatario estadounidense, Jimmy Carter, siempre fue una defensora del sistema de votación del país. En su informe final sobre las elecciones presidenciales de 2012, se podía leer: “El sistema venezolano de votación ha sido el componente más sólido del proceso electoral. El sistema actual usado en las últimas cinco votaciones nacionales, ha protegido de manera confiable la integridad del proceso automatizado de votación.”

El propio Jimmy Carter había reconocido en 2012, durante el congreso anual del Centro Carter en  Atlanta que, “de hecho, de las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo”, destacando las garantías de verificación y transparencia del voto automatizado.

En contraposición, el informe sobre la elección de este año no se limita a denunciar la ausencia de transparencia del CNE en la difusión de los resultados. También se señala que los comicios se desarrollaron en un marco de libertades restringidas para actores políticos, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación.

Acusa al órgano electoral de mostrar parcialidad a favor del oficialismo y en contra de las candidaturas de la oposición. Concretamente, cuestiona la actualización del registro de electores, que se realizó “con plazos muy cortos, relativamente escasos lugares de inscripción y una mínima campaña de información y difusión públicas”. Problema que se agravó en el exterior, donde los venezolanos residentes debieron enfrentar barreras legales desmedidas, incluso arbitrarias, para inscribirse en el padrón. Estas restricciones se tradujeron en cifras muy bajas de nuevos votantes en el exterior.

Por su parte, el registro de partidos y candidatos tampoco se adecuó a estándares internacionales. El informe hace mención a las intervenciones judiciales que han sufrido los partidos opositores, y que han destituido a sus liderazgos más reconocidos para colocar en su lugar a personas afines al gobierno, influyendo sobre la conformación de sus candidaturas. “De manera aún más importante, la inscripción de la candidatura de las principales fuerzas de oposición se halló sujeta a la discrecionalidad de las autoridades electorales que adoptaron decisiones sin respetar principios jurídicos básicos”.

El Centro, fundado por el ex mandatario Demócrata, también observó un notable desequilibrio a favor del gobierno. El oficialismo contó con amplios recursos económicos, lo que “se tradujo en la gran desproporción de mítines, murales, vallas y afiches a su favor. Se observó el abuso de recursos públicos, incluyendo el uso de vehículos, la movilización de funcionarios para la campaña y el uso de programas sociales. Asimismo, la candidatura gubernamental tuvo preponderancia en la televisión y la radio, tanto en publicidad, transmisión de eventos y cobertura noticiosa. Las autoridades intentaron restringir las campañas de la oposición, incluyendo la persecución e intimidación de personas que prestaron servicios o vendieron bienes para el proselitismo opositor para generar un efecto disuasivo”. 

Por último, el documento menciona las restricciones en el acceso a recintos para observadores nacionales -sobre todo a testigos de la oposición-; y mecanismos de presión sobre el electorado, como puntos de control partidario gubernamental en la cercanía de los recintos para verificar la asistencia de los votantes.

El subjefe de la misión del Centro Carter en Venezuela, Patricio Ballados Villagómez, le comentó a la CNN que era incongruente que el CNE tuviera las actas suficientes para declarar un ganador -y vaya a entregarlas al Tribunal Supremo de Justicia para un peritaje- pero que no sea capaz de darlas a conocer públicamente. "Si tuvieron la información de las actas mesa por mesa en un 80%, como señaló el presidente (del CNE, Elvis) Amoroso, entonces las pueden publicar. Utilizaron las actas para hacer una contabilidad suficiente de modo que el CNE dio una ventaja irreversible a uno de los candidatos. Entonces, es contradictorio: tuvieron ese 80% de las mesas que les permitió cantar un resultado... pero no tienen ese 80% para publicarlas", dijo al medio estadounidense.  

Ballados también comentó que, previo a las elecciones, contaron con la colaboración de la autoridad electoral, del gobierno y de las fuerzas armadas; sin embargo, posterior al anuncio que declaró la victoria de Maduro "se cerró la puerta", aseguró. "Tuvimos una gran colaboración del CNE hasta el día de la jornada electoral, se nos abrieron las puertas, pudimos platicar con los rectores y con los funcionarios. Pero posterior a este anuncio se cerró la puerta", relató.

El CNE acusó que su sistema informático había sido atacado, lo cual le impidió la oportuna transmisión de los resultados electorales. Una excusa muy oportuna. Fue cerca de la medianoche del lunes, cuando el presidente del CNE, Elvis Amoroso, informó a la población que con el 80% de las actas escrutadas Nicolás Maduro había ganado las elecciones con 5.150.092 votos, el 51.20% del total; contra los 4.445.978 millones de Edmundo González, un 44%, en representación de la coalición opositora Plataforma Unitaria. Sin embargo, la institución electoral no publicó los resultados detallados por colegio electoral y mesa de votación que respaldasen el anunció.

Por el lado de la oposición, horas más tarde, en la misma noche de la votación, María Corina Machado y Edmundo González se presentaron ante los periodistas y anunciaron tener en su poder el 73,20% de las actas, las cuales demostraban que recibieron aproximadamente 6,2 millones de votos frente a los 2,7 millones de Maduro. Todo lo escaneado por la oposición fue cargado en un sitio web, donde cualquiera podía utilizar su número de identificación gubernamental para ver el acta perteneciente a la máquina que utilizó para votar. Luego del anuncio de la derecha, el Gobierno afirmó que el sitio web del CNE había sido hackeado, el cual permanece inactivo hasta ahora.

Para el martes 30, María Corina Machado aseguraba que ya contaban con más del 84% de las actas computadas. En ese momento, ya estaba online el portal resultadosconvzla.com, con el 81.21% de las actas digitalizadas que probaban, supuestamente, la victoria opositora.

El viernes 2 de agosto el CNE entregó un nuevo computo, donde otorgaba un 51,95% de los votos al oficialismo (6,4 millones de votos) contra un 43,18% para la candidatura de González (5,3 millones), con el 96,87% de las actas. Sin embargo, en ese segundo boletín tampoco publicó las actas. En contraposición, la oposición subió a una página web "el 81%" de las actas electorales que, según ellos, demostraban su amplia victoria.

Si bien es lógico desconfiar de todo lo que provenga de una derecha fascista, totalmente antidemocrática y abiertamente golpista, la cual nunca ha reconocido las victorias del chavismo; la falta de transparencia y decidida apuesta por la opacidad, hacen imposible confiar en el oficialismo.

El ataque del que el Consejo Electoral dice ser víctima no parece razón suficiente para que las actas no se hayan dado a conocer al pueblo venezolano. Si la derecha fue capaz de hacer públicas las que estaban en su poder, el CNE también podría haber hecho lo mismo. También lo podría haber hecho el PSUV, con las actas recolectadas por sus testigos, pero prefirió acudir a la mediación del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que por más que sea el camino indicado por la ley, es un organismo controlado por el oficialismo. Tampoco se entiende porque el CNE pudo entregar las actas al TSJ (el martes 6 de agosto Amoroso entregó las actas de escrutinio de las mesas de votación, el acta de adjudicación y el acta de proclamación) pero no a la ciudadanía.

 Las actas de votación están disponibles. Cada una de las poco más de 30.000 máquinas de votación electrónica usadas por el sistema electoral venezolano imprimen una copia de las actas de escrutinio después del cierre de las urnas, antes de que los resultados sean transmitidos al CNE. Inclusive, cada una de estas hojas de escrutinio poseen impreso un código QR para su fácil digitalización. Venezuela hace aproximadamente dos décadas que utilizado máquinas de votación electrónica. Las máquinas registran los votos, proporcionan un recibo en papel para el votante y, después del cierre de las urnas, imprimen copias de las actas de escrutinio. Estas, muestran el total de votos desglosados por candidato, el código QR y las firmas de los representantes de los partidos, un empleado del organismo electoral y los trabajadores electorales que son sorteados para participar. Cada representante de partido tiene derecho a un acta de escrutinio, mientras que otra copia se coloca en un sobre y se entrega en la sede del CNE. El escaneo de los mencionados QR otorga acceso inmediato a los resultados de la votación. Si bien la ley no lo obliga a publicar imágenes de las actas, en elecciones anteriores ha compartido los totales de cada acta.

 


viernes, 2 de agosto de 2024

RAISI ¿ACCIDENTE O ATENTADO? II

 

¿CUENTA ISRAEL CON LA CAPACIDAD PARA EJECUTAR SEMEJANTE ATENTADO?

Hace décadas que Tel Aviv viene sometiendo a los iranies a una guerra encubierta que viene dejando un tendal de ataque y asesinatos en el propio territorio persa, lo que da para pensar que, efectivamente, se encontraría en condiciones de perpetrar un ataque de este tipo. Si bien Israel nunca lo aceptó oficialmente, es casi seguro que sus servicios de inteligencia, junto con los estadounidenses, estuvieran detrás el virus informático Stuxnet, que causó graves daños en las centrifugadoras de las instalaciones nucleares iraníes en 2010. En tanto que en 2020 habría sido el responsable del sabotaje a cuatro instalaciones nucleares y militares iraní, incluida la destrucción de un centro de investigación y desarrollo nuclear. Según la BBC, el 26 de junio de ese año, se produjo una explosión en un centro de producción de combustible líquido para misiles balísticos en Khojir -cerca de Parchin- y un incendio en una planta de energía en Shirarz, que produjo un apagón; una explosión e incendio en la instalación nuclear cerca de Natanz el 2 de julio (el centro destruido mencionado); otro gran incendio en Shiraz el 3 de julio; y un día después, una explosión e incendio en una planta de energía en Ahwaz, sumado a un escape de gas de cloro en la planta petroquímica Karoun, en Mahshahr. Parchin y Khojir son dos centros militares donde se cree que hay instalaciones nucleares y de producción de misiles.

Pero los incidentes de es te tipo no terminaron ahí. El 7 de julio de aquel año, se produjo una explosión en el interior de una fábrica de oxígeno en la ciudad de Baqershahr, al sur de la capital, se cree que la fábrica estaba cerca del almacén donde fue robado un archivo de información sobre el programa nuclear de Irán en una redada de agentes de inteligencia israelíes en 2018. El 9 de julio una explosión habría alcanzado una instalación misilistica, más precisamente un área con instalaciones subterráneas asociadas con la investigación de armas químicas y un sitio de producción militar no identificado. El 12 de julio se desencadenó un incendio seguido de una explosión en la planta petroquímica de Tondgooyan. En tanto que el 13 de julio se produjo otra explosión en un complejo industrial cerca de la ciudad nororiental de Mashhad, que según la agencia de noticias Mehr, habría ocurrido cuando un tanque de almacenamiento de gas condensado explotó. Mientras que, el 18 de julio, se informó de una nueva explosión en un oleoducto en la ciudad de Ahvaz, en el suroeste del país. Finalmente, el 19 de julio se reportó una detonación en una central eléctrica en la provincia de Isfahán.

Si bien nunca se estableció fehacientemente que se haya tratado de actos de sabotaje, la concatenación de estos hechos hace difícil creer que se tratase de meros accidentes. Además, Teherán también ha denunciado atentados contra algunos de los principales científicos a cargo de su programa nuclear. Ente ellos, el asesinato el 27 de noviembre de 2020 de Mohsen Fakhrizadeh, considerado su máximo responsable, director de la Organización de Investigación e Innovación del Ministerio de Defensa iraní, acribillado en una autopista a las afueras de Teherán. El New York Times da cuenta de otro en 2007, Ardeshir Hosseinpour, que al parecer fue envenenado. Según el Times y la BBC, al menos cuatro científicos vinculados al programa nuclear iraní fueron asesinados entre 2010 y 2012, más un quinto gravemente herido en otro ataque. En enero de 2010, la explosión de una moto bomba mató a Masoud Alimohammad; el 27 de noviembre de 2010 un explosivo colocado en la puerta de su auto se cobró la vida del experto en neutrones Majid Shahriari -ese mismo día, su colega Fereydoon Abbasi, resultó gravemente herido en un ataque idéntico-; en julio de 2011 fue el turno de el físico Darioush Rezaeinejad, asesinado a tiros enfrente de su casa; en tanto que en enero del año siguiente, un explosivo acabó con Mostafa Ahmadi Roshan. El gobierno israelí nunca ha aceptado estas acusaciones en su contra.

En ese mismo 2011, en el mes de noviembre, una explosión en la base de Bidganeh -a unos 40 kilómetros de Teherán- mató a 17 miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, incluido El general Hassan Tehrani Moghaddamun, considerado el fundador del programa de misiles del país. Pese a que las autoridades iranies catalogaron el hecho de un accidente, rápidamente surgió la hipótesis de los saboteadores israelíes, algo que los funcionarios de este país no se esforzaron en negar. El por aquel entonces ministro de Defensa, Ehud Barak, dijo que "sería deseable que se multiplicaran", aunque también dijo que no sabía quién o qué era el responsable.

En tanto que, más acá en el tiempo, en 2023, Irán denunció que una fábrica de municiones fue atacada por tres drones israelíes. En aquel momento Israel también negó cualquier participación en los hechos, aunque al mismo tiempo Netanyahu, aseguró que tomarían “medidas contra ciertos desarrollos de armas”.

Para llevar a cabo semejantes operaciones en el propio suelo iraní, parece claro que Israel cuenta con una sólida red de espionaje dentro de los centros neurálgicos del estado persa. Según la periodista iraní Nazanín Armanian, la infiltración del Mossad en territorio iraní, así como en las altas esferas de su administración, es tal, que el propio expresidente Mahmud Ahmadineyad habría asegurado que hasta "el responsable de la lucha antisraelí de los servicios de inteligencia de Irán ha sido un agente del Mossad". La pregunta seria si estas capacidades serian suficientes como para llegar a atentar contra el presidente mismo de Irán; algo que a priori, si bien no se puede asegurar, mucho menos se puede descartar.

Resulta claro que Israel tenia los motivos para dar semejante golpe, pero lo más importante, contaba con la voluntad y, al parecer, con la capacidad para llevarlo a cabo. Sin descartar la explicación del accidente, algunas declaraciones de parte de miembros del gobierno iraní en los primeros momentos del incidente, no hacen más que alimentar las especulaciones. Nazanín Armanian cuenta en un artículo que ciertas autoridades llegaron a afirmar que la caja negra del helicóptero estaba destruida; y que Hossein Esmaeili, jefe de gabinete del presidente -y que iba en otro helicóptero- aseguró que el accidente ocurrió en un día soleado.

Pero estas no fueron las únicas expresiones que llamaron la atención de parte de las instituciones oficiales. Según la mencionada periodista, el vicepresidente ejecutivo Mohsen Mansouri, en un principio afirmó que las víctimas habían sufrido "un accidente leve" y que se encontraban bien; horas después aseguró que la delegación había continuado su viaje en coche. A su vez, uno de los comandantes de los Guardianes Islámicos que viajaba en otro de los helicópteros, habría dicho que, antes de estrellarse, de la aeronave del presidente salía humo negro; lo cual podría deberse a un fallo técnico, pero también una bomba colocada en su interior.

El jueves 23 de mayo el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán dio a conocer el primer informe sobre el incidente. En el se aclaraba que algunos de los aspectos manejados en la investigación requerían de más tiempo para sacar conclusiones definitivas (lo que motivo a los redactores del texto a pedirle directamente a sus compatriotas “que no presten atención a las opiniones no especializadas basadas en conjeturas sin un conocimiento preciso de los hechos en el sitio o, en algunos casos, impulsadas por los medios extranjeros”), en tanto que otros, ya podían establecerse con certeza. Entre estos, el documento aseguraba que: El helicóptero continuó su ruta prevista y no se desvió de la trayectoria de vuelo establecida; aproximadamente un minuto y medio antes del accidente, el piloto del helicóptero siniestrado se comunicó con los otros dos helicópteros del grupo de vuelo; no se observaron indicios de impacto de proyectil o situaciones similares en los restos; la aeronave se incendió después de impactar contra el terreno; en las comunicaciones entre la torre de control y el grupo de vuelo no se observó ninguna anomalía.

Por su parte, la televisión nacional de Irán emitió un documental llamado “Narrativa del accidente”, que arroja más detalles. En él se aseguraba que a la hora de partir hacia Tabriz, el tiempo estaba parcialmente nublado pero sin lluvias, las cuales, según el pronóstico del tiempo, comenzarían en la tarde de aquel día. Algo confirmado por imágenes capturadas por un testigo. Pero aproximadamente media hora después de partir, el grupo de helicópteros chocó contra una masa de nubes. En ese momento, y en su condición de comandante, el piloto del helicóptero del presidente dio la orden de que las tres naves aumentasen la altura para atravesar o, incluso, sobrepasar las nubes. Sin embargo, “luego de volar casi por 30 segundos por encima de las nubes, el piloto se dio cuenta que el helicóptero en el que viajaba el presidente, no estaba con nosotros”, relató Qolamhosein Esmaeili, jefe de la oficina de Raisi.

Como no pudieron establecer comunicación, las otras 2 aeronaves rápidamente aterrizaron en un lugar cercano. Después de repetidos intentos, el ministro de Energía, Ali Akbar Mehrabian, logró contactarse con el ayatolá Ale Hashem. “Señor Ale Hashem ¿me escucha? ¿Está bien? ¿Dónde están los demás? ¿No están allí cerca de Usted? ¿Usted está solo?”, fue el dialogo reconstruido por el documental. Pero tres horas después de la desaparición del helicóptero, los intentos para tener una comunicación fueron en vano. A su vez, fue imposible rastrear con precisión la localización de teléfonos móviles; porque según explicó Mehrdad Bazrpash, ministro de Carreteras y Desarrollo Urbano, “allí solo existía un BTS y con esto no podíamos rastrear con precisión la localización, ya que para esto necesitaba como mínimo tres BTS. Pero logramos encontrar la ubicación más probable del incidente. En este momento, una densa niebla cubrió la región y según el pronóstico meteorológico, empezó la lluvia”.

El documental corroboró lo informado por las Fuerzas Armadas persas: el helicóptero no se salió de la ruta prevista; tampoco se observaron indicios de impacto de proyectil o semejantes en los restos del helicóptero, que se incendió después de impactar contra el terreno.

El miércoles 29 de mayo el Estado Mayor iraní publicó el segundo informe sobre la caída del helicóptero. En él se daba a conocer que los reportes recibidos por la Organización Meteorológica señalaban que las previsiones del Aeropuerto de Tabriz pronosticaban hasta las 08:50 hora local un clima favorable y adecuado para las Reglas de Vuelo Visual el día del accidente. Por otro lado, en lo que respecta al estado de la aeronave, el documento asegura que la mayoría de los títulos, registros y documentos relacionados con el mantenimiento y reparación del helicóptero fueron examinados cuidadosamente y no se encontraron defectos que pudieran causar el accidente por cuestiones referidas a reparación y mantenimiento. También se descartó que la capacidad del helicóptero en cuanto al número de pasajeros y equipamiento, haya excedido los límites permitidos de peso.

La investigación también refería a las conversaciones grabadas entre los pilotos. Se estableció que pasaron 69 segundos desde el último contacto con los pilotos del helicóptero hasta el accidente y que los pilotos dejaran de responder; lapso en el cual no se registró ningún anuncio de emergencia. Antes de perder contacto, las comunicaciones se mantuvieron en las frecuencias especificadas con el helicóptero accidentado, y la última llamada y mensaje los realizó el comandante del grupo de vuelo, el fallecido Seyed Taher Mostafavi; por lo que los investigadores también desecharon que se haya provocado alguna perturbación en el sistema de comunicación o interferencias de frecuencia. En este sentido, apuntan que la comunicación entre los otros dos helicópteros continuó hasta el aterrizaje en la mina de cobre de Sungun.

Las conclusiones del informe descartan de plano la hipótesis del atentado, señalando que, de acuerdo con los muestreos y pruebas de los restos del helicóptero y las distancias de las partes separadas del cuerpo principal, no corresponden con la de una explosión provocada por sabotaje durante el vuelo y momentos antes de impactar contra las laderas de las alturas. También se consigna que en el helicóptero no se observaron rastros de armas electrónicas. Al final del documento, el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes informa que la investigación no ha terminado y continuará con el análisis de pruebas y datos hasta descubrir la causa principal del accidente. 

Si bien es probable que la verdad sobre lo que realmente le paso al helicóptero del presidente iraní nunca se conozca con presición, es de esperar que con el paso del tiempo se sumen detalles que ayuden a formar una idea más acabada de lo que sucedió. 


 

RAISI ¿ACCIDENTE O ATENTADO? I


LA VERSIÓN IRANÍ

Es verdad que, hasta el momento, no han surgido pruebas que indiquen que el siniestro del helicóptero de Raisi obedezca a otra cosa más que a un accidente. Lo que informó el gobierno iraní fue que la aeronave en que viajaba el presidente se estrelló en una zona montañosa remota luego de verse en dificultades debido a las malas condiciones meteorológicas (lluvia y una densa niebla).

En los primeros momentos del incidente, cuando todavía no se había develado su fatal desenlace, el ministro del Interior, Ahmad Vahidi, confirmó que el helicóptero "se vio obligado a realizar un aterrizaje forzoso". También señaló que los primeros equipos de rescate veían complicada su tarea por la niebla, la nieve, la lluvia y las dificultades del terreno; tal es así, que estos también tuvieron que hacer aterrizajes de emergencia, comentó un funcionario a la televisión estatal iraní.

Por su parte, el vicepresidente de Asuntos Ejecutivos, Mohsen Mansouri, declaró que habían logrado establecer contacto con un miembro de la tripulación y un pasajero que viajaban en el helicóptero del presidente. Lo que indicaría, según él, “que la gravedad del incidente no fue muy alta, ya que dos de las personas dentro del helicóptero lograron comunicarse con nuestro equipo varias veces”, aseguró.

El vicepresidente explicó que la aeronave del mandatario -junto a otras dos- partió sobre las 13:00 (hora local); y que alrededor de las 13:30 se cortó la comunicación entre el helicóptero del presidente y los demás. Según la BBC, la noticia se dio a conocer al público a las 16:00 por la televisión estatal iraní. Pese a que sea normal en casos de tamaña trascendencia, no deja de generar suspicacia la demora en informar sobre el hecho.

Mas allá de esto, no está de más señalar que ningún miembro del gobierno en aquellas primeras horas deslizo la posibilidad de que se tratara de algo más que un accidente; sino que todo lo expresado da cuenta de las dificultades meteorológicas y del terreno en la zona, dando a entender que fueron estas condiciones las que condujeron al siniestro. De hecho, diversos ministros del gobierno describieron cómo el helicóptero se estrelló después de sufrir dificultades en medio de una intensa niebla y lluvia.

A las 05:00 de la mañana se encontró el helicóptero en el que viajaba el presidente. El jefe de la Media Luna Roja iraní, Pirhossein Kolivand, dio a conocer que luego de divisar los restos desde una distancia de 2 kilómetros, tardaron alrededor de una hora en llegar a ellos. Una vez en el lugar, a una altitud de unos 2.200 metros, no encontraron "ningún signo de vida". Las imágenes difundidas por la televisión estatal mostraron lo que parecía la cola azul y blanca del helicóptero junto a varios arbustos quemados. En otros videos también se pudo observar otras partes de los restos junto a la cola. A su vez, el responsable de la agencia de gestión de crisis de Irán, Mohammad Nami, declaró que todos los cuerpos eran identificables y que “no era necesario realizar exámenes de ADN”; y que el ayatolá Al-E Hashem permaneció con vida durante una hora después del accidente y que se puso en contacto con el jefe de la oficina del presidente antes de morir.

La hipótesis del accidente resulta aun mas convincente si se le suma los señalamientos sobre el estado del helicóptero en cuestión. De hecho, el exministro de Asuntos Exteriores Mohammad Javad Zarif declaró a la televisión estatal que Estados Unidos era indirectamente culpable del accidente porque había mantenido años de sanciones que impedían a Irán comprar nuevos aviones. La jefa de los corresponsales extranjeros de la BBC, Lizz Doucet, también ahondó en este sentido, asegurando que el mantenimiento del material militar es muy deficiente en Irán, en gran parte debido a las sanciones internacionales, que han reducido la posibilidad de tener bien abastecido el stock de recambios, según da cuenta Juan Antonio Sacaluga en un artículo de Nueva Tribuna.

El presidente viajaba en un Bell 212, un modelo de fabricación estadounidense para el ejército canadiense en la década de 1960; y con capacidad para transportar a seis pasajeros y dos tripulantes. Según FlightGlobal, un portal especializado en aviación, la Marina y la Fuerza Aérea de Irán tienen 10 aeronaves de este tipo. Flight Safety Foundation, una ONG dedicada a la seguridad en aviación, dio a conocer que el último incidente fatal de un Bell 212 en Irán había ocurrido durante una evacuación médica en abril de 2018.

LOS MOTIVOS DE ISRAEL

El mismísimo líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, dio por buena la versión del accidente cuando se refirió a lo sucedido como una “amarga tragedia”. Es cierto que los iranies no tendrían muchas razones como para admitir, si fuese el caso, que se trató de un ataque deliberado. Esto implicaría reconocer la total vulnerabilidad ante el enemigo; además de obligarlos a una respuesta acorde, una escalada que claramente no interesa a los persas. Sin ir más lejos, una muestra de esto es la respuesta al ataque aéreo israelí del 1 de abril contra su consulado en Siria. En el murieron trece personas, incluidos siete comandantes de la Guardia Revolucionaria de Irán y dos generales. Pese a la magnitud de este ataque, la respuesta iraní se saldó sin daños importantes en infraestructura y sin bajas. Es más, Irán telegrafió con antelación sus intenciones, lo que facilito a Israel la intercepcióndel 99% de los 300 misiles y drones lanzados contra su territorio, según Tel Aviv. La asimetría de las dos acciones demostró la debilidad de los persas y el temor de su dirigencia a un enfrentamiento directo con Israel.

Ante la imposibilidad de dejar sin contestación la afrenta de Tel Aviv -algo que habría dañado de manera letal su imagen-, los iranies, sin embargo, se manejaron bajo el principio de la contención, como dejaron en claro sus dirigentes. El jefe del Estado Mayor iraní, el mayor general Mohammad Bagheri, afirmó que entre los objetivos del contrataque se encontraba la base aérea israelí de Notam, desde donde habrían volado los aviones F35 que llevaron el bombardeo al consulado en Damasco. También, aseguró que Irán logró su cometido y no tenía intención de continuar las operaciones. El presidente iraní, Ebrahim Raisi, advirtió, sin embargo, que cualquier nuevo ataque provocaría una respuesta mucho más contundente por parte de Irán. "Irán nunca pretende contribuir al desbordamiento del conflicto en la región, ni a escalar o extender la tensión", expresó el embajador de Irán ante el Consejo de Seguridad la ONU.

De todas maneras, no hay que dejar de decir que la explicación acerca de las adversas condiciones climáticas y el mal estado de la nave son bastante convincentes como para sustentar la hipótesis oficial. Es muy probable que se haya tratado de un simple accidente. Sin embargo, seria una omisión temeraria no considerar la posibilidad de un atentado. La cronología de los hechos alimenta las sospechas sobre que Tel Aviv haya efectivamente derribado la aeronave: a menos de un mes de ordenar el primer ataque de la historia a Israel, el presidente de Irán perdió la vida.

Las dudas no dejan de ser razonables. Israel tenía motivos como para llevar a cabo semejante acción. Si bien el ataque iraní del pasado 14 de abril -en respuesta al bombardeo de su consulado en Damasco- resulto débil e insignificante, sin efectos militares prácticos (ni bajas ni instalaciones destruidas), no se puede soslayar su alta significancia simbólica, el ataque directo a territorio hebreo es un hito que cambia radicalmente el escenario en oriente próximo.

Sin lugar a dudas Irán cruzó una línea roja y puso en entredicho el efecto disuasorio que le otorga a Israel ser la potencia militar incontestable de la región, garantía fundamental de su seguridad. En este sentido, resulta sospechosamente débil la respuesta israelí al paso dado por Teherán, lo que podría hacer pensar que la verdadera replica haya sido el derribo del helicóptero de Raisi. La magnitud de la reacción no se condice con el hostil asedio con que hace décadas Israel viene sometiendo a Irán. Los hebreos vienen golpeando a sus rivales en la región mediante el asesinato de funcionarios de alto rango (militares y científicos), así como s a través del sabotaje, espionaje e infiltración en las altas esferas de su administración. Los iranies han respondido a estos ataques (para nada velados) de manera tímida, nunca propinando un daño equiparable.

De hecho, el ataque al consulado no fue un hecho aislado, sigue un patrón de ataques aéreos contra objetivos iraníes ampliamente atribuido a Israel. Varios altos comandantes de la CGRI han muerto en ataques aéreos en Siria en los últimos meses. Es por eso que, el hecho de que Irán se haya decidido a dar el paso de atacar directamente a Israel, por mas insignificante que este haya sido en términos militares, resulta un parteaguas en la historia del conflicto entre ambas naciones, un reto directo para Netanyahu y compañía.

Ante semejante afrenta habría cabido esperar una respuesta terminante del gobierno de Netanyahu, un contrataque que despejara toda dudas sobre la hegemonía militar en la región, puesta en duda por el ejército iraní. Sin embargo, la respuesta israelí difícilmente pueda calificarse en esos términos. El 19 de abril la prensa reporto en base a fuentes dentro del gobierno estadounidense, que Tel Aviv lanzó varios misiles contra la provincia de Isfahán, en el centro del país persa. La operación no causó heridos ni grandes daños. Si bien desde Teherán negaron el ataque en un principio, la televisión estatal iraní dio cuenta de "fuertes explosiones", aunque lo atribuyó al derribo de drones por parte de las defensas aéreas del país.  En Isfahán está Natanz, la zona donde está ubicada una de las instalaciones nucleares de Irán.

La noticia también fue confirmada por un oficial israelí anónimo citado por The Washington Post. En tanto que, desde la agencia de noticias iraní Fars confirmaron que se escucharon estallidos cerca del aeropuerto y de la 8ª Base Aérea del Ejército. Por su parte, la agencia IRNA, aseguró que las defensas antiaéreas estaban operando en varias provincias de Irán; además de que los vuelos a Teherán, Isfahán y Shiraz, así como a los aeropuertos de otras regiones del país habían sido suspendidos.

Sin embargo, los medios locales señalaron que no se registraron reportes de ningún impacto o explosión a gran escala causados por una amenaza aérea, descartando que haya ocurrido una gran explosión en Isfahán o el impacto de un misil. Según las fuentes, los militares iraníes habrían disparado alrededor de la base aérea, aunque la amenaza solo se tratase de varios drones pequeños.

Pero los reportes no solo se limitaron a Isfahán. Las defensas aéreas iraníes se activaron en otras provincias. En el oeste de la ciudad de Tabriz, en el extremo occidental del país, se escuchó una detonación, que los medios aseguraron que se trató de un disparo de defensa al identificar un objeto sospechoso. Esta zona cuenta con refinerías petroquímicas. Como sea, según la BBC, oficiales militares estadounidenses no identificados dijeron a medios de su país que en las primeras horas del viernes se lanzó un misil israelí hacia Irán que alcanzó con éxito su objetivo.

De todas maneras, el Gobierno iraní negó que el país haya sido atacado con misiles y comunicó que "hasta el momento no se ha informado de ningún impacto o explosión a gran escala causado por ninguna amenaza aérea" y que la situación en Isfahán era de tranquilidad. El portavoz de la Agencia Espacial de Irán, Hossein Dalirian, aseguró que "no hay reportes de un ataque con misiles por ahora".

En tanto que el comandante en jefe del Ejército de Irán, el general de división Abdul Rahim Musavi, le comentó a la agencia iraní Defa Press, especializada en defensa, que "gracias a nuestra vigilancia, se disparó a objetos voladores". Y ante la pregunta de si Irán responderá a la agresión, declinó dicha posibilidad, asegurando que “ya se ha visto la respuesta de Irán", en alusión al ataque del pasado 14 de abril. Por su parte, la Organización Internacional de Energía Atómica dijo que no se habían presentado daños en las instalaciones nucleares de Irán.

Varios medios estadounidenses informaron que Israel había comunicado a Estados Unidos que tomaría represalias contra Irán en los próximos días. Fox News señaló, concretamente, que "una fuente militar bien situada" describió el ataque como "limitado". Es cierto que existe la posibilidad de que Israel haya considerado una respuesta proporcional, de forma de corresponder, ni más ni menos, la magnitud del ataque de su enemigo. El objetivo de Irán era emitir un mensaje para salvar las apariencias demostrando que podía responder a la afrenta de Israel. De hecho, no bien concluido el ataque el gobierno de Raisi se apuró a aclarar que consideraban el asunto concluido.  Puede que Tel Aviv, al igual que su contrincante, haya calibrado su operación con la intención de no escalar el conflicto; aunque los antecedentes de los hebreos no ayudan a respaldar esta hipótesis.

En la provincia de Isfahán se encuentra una gran base aérea, además de un importante complejo de producción de drones y misiles, y varios sitios nucleares. Es uno de los centros del programa nuclear iraní en términos de entrenamiento e investigación. Allí se encuentra la central nuclear de Natanz, la más importante para el programa de enriquecimiento de uranio iraní. También tiene lugar una base de la fuerza aérea iraní, que alberga algunos de sus aviones de combate F-14. 

Sin menospreciar la importancia militar y económica de los blancos apuntados, parece totalmente insuficiente como respuesta al primer ataque iraní de la historia contra suelo israelí. Es que si bien la respuesta del gobierno de Netanyahu también represento el primer ataque directo de los hebreos a territorio iraní, el hecho reviste poca importancia debido a la continuidad de la política de agresiones de los primeros a los segundos a lo largo del tiempo.

 

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