CUBA
Y LA DEMOCRACIA
En 1950 Jacobo Árbenz
gano las elecciones presidenciales de Guatemala con el partido de izquierda Acción
Revolucionaria. Cuatro años después, Estados Unidos dirigió un golpe de estado
acusando al gobierno de comunista a las órdenes de Moscú. Pero lo cierto, es
que estos tenían una participación limitada y no ocupaban ni un cargo en el
gabinete. En realidad, su crimen, fue la nacionalización de cien mil hectáreas
de la United Fruit. Esta empresa norteamericana poseía doscientas cincuenta mil
hectáreas, lo que representaba aproximadamente una quinta parte de la tierra
cultivable guatemalteca. Se ofreció una compensación de 600 mil dólares, que la
empresa no acepto; por lo que el gobierno planteo la expropiación de otras 80
mil hectáreas más.
En 1962 la izquierda se impuso en las votaciones de Republica
Dominicana. La presidencia de Juan Bosch -del partido Revolución
Dominicana- promulgo una nueva
constitución que reconocía amplios
derechos políticos y sociales, lo que le
hizo ganar la enemistad de la oligarquía latifundista. Estos, con el apoyo de
la potencia del norte, derrocaron al gobierno a siete meses de haber asumido.
En 1961 seria el turno de Brasil, con Joao Goulart. Este
llevo a cabo un programa económico que incluía una reforma agraria y medidas de
control del capital extranjero, además de la ampliación de derechos
democráticos que incluyo la legalización del Partido Comunista. También
procedió a reconocer al gobierno revolucionario de Cuba. Cuando Estados Unidos
restringió la ayuda financiera, Goulart nacionalizo propiedades
estadounidenses. En 1964 fue depuesto, por los mismos actores que en los casos
anteriores.
En 1970 Salvador Allende alcanzo poder en Chile,
transformándose en el primer presidente socialista de América Latina. Y lo hizo
por medio de elecciones; aunque esto no importo, y en 1973 el Ejército –con la
colaboración del gobierno norteamericano- retomó el poder por las armas. Chile era el
primer productor de cobre del mundo, y dos
empresas norteamericanas –Kennecott y Anaconda- controlaban su producción. En
1971, estas fueron nacionalizadas junto
con Cerro Mining y la ITT, que controlaba el mercado de las telecomunicaciones.
El gobierno considero que, dado las ganancias que habían tenido, no tenían
derecho a ninguna compensación.
Veintiocho años después la izquierda volvía al poder. En
1998 Hugo Chávez se transformo en el segundo presidente socialista del
continente. Llevo a cabo la misma
política que su antecesor -con el petróleo en vez del cobre-, con idénticas
consecuencias: golpe de estado en 2002. Aunque esta vez el desenlace vario, por
primera vez en la historia de la región, la izquierda logro desbaratarlo.
En todas estas violaciones a la voluntad popular y ataques
a la democracia, siempre se encuentran los mismos actores: la oligarquía local en
alianza con el gobierno de Estados Unidos, y sus representantes políticos, los
partidos liberales y fascistas. Alianza sellada por sus intereses comerciales,
activada cuando un gobierno quiere poner fin a su poderío económico. El
accionar también se repite: maniobras para impedir su elección, sabotaje
económico cuando llegan a la presidencia y golpe de estado cuando todo lo
anterior resulta insuficiente. Todo esto respaldado por agresivas campañas de
propaganda, llevadas a cabo por los más importantes medios de comunicación.
Pero no solo los gobiernos que supusieron una amenaza
para los intereses de los más poderosos fueron derrocados, también aquellos más
moderados que se propusieron mejorar el bienestar de la población sin afectar
al poder económico. Así sucedió en Haití en 1994 y 2004 (con Aristide –quien además
es el único presidente democráticamente electo de dicho país-), Honduras en
2008 y Bolivia en 2019. Países en los que, al igual que en el siglo XX, después
de perder por primera vez las elecciones, la derecha retomo el poder por las
armas. En Paraguay no hubo necesidad de militares, por medio de un proceso
fraudulento, el parlamento destituyo a Lugo en 2012. Lo mismo sucedió con la
vuelta de los progresistas en Brasil, en 2016.
Si las pocas veces que un partido que propugna un cambio
del sistema económico (o a veces ni eso) alcanza la presidencia, es derrocado,
resulta imposible calificar los regímenes capitalistas como democráticos. Es
mentira que la derecha es democrática. El orden liberal nunca permitió ni
permitirá que ganen opciones electorales anticapitalistas.
Es totalmente ilusorio, que la ciudadanía pueda ejercer
plenamente la soberanía que la democracia le otorga, si sus derechos económicos
son coartados. El capitalismo, al concentrar la riqueza en una minoría,
establece condiciones asimétricas para el ejercicio real del poder político
entre esta y el resto de la población. En Cuba, con todos sus problemas, se
desarrolla una democracia más plena, por la sencilla razón de que el poder
económico esta mas distribuido. En cuba hay un sistema político más
representativo de los intereses de la población, que en la gran mayoría del
resto de los países donde el capital tiene absoluta prevalencia en todas las
decisiones de los estados. En la isla, con sus aciertos y errores, el gobierno
esta mas supeditado a los mandatos de sus ciudadanos que a los de una potencia
extranjera. Y de eso es de lo que se trata una democracia finalmente.
MEDEL BACHINO
Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UDELAR)