LA IMPOSTURA DE OCCIDENTE: LA LIBERTAD DE PRENSA
El 27 de febrero de 2022 la Unión Europea (UE) prohibió en su territorio las emisiones de los canales Russia Today (RT) y Sputnik TV.
La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, justifico la
medida: “En otro paso sin precedentes,
prohibiremos la maquinaria mediática del Kremlin en la Unión Europea. Los
medios públicos Russia Today y Sputnik, más todas sus filiales, no podrán
extender sus mentiras para justificar la guerra de Putin y la división en
nuestra Unión. Estamos desarrollando herramientas para prohibir su desinformación tóxica en Europa”. A su vez, el jefe de Asuntos Exteriores de la UE preciso, “Putin no
solo quiere conquistar la Tierra, quiere conquistar el espíritu de la gente a través de mensajes
tóxicos, de mentiras”.
Gran Bretaña tomó la misma medida el 18 de marzo, cuando
el regulador de telecomunicaciones Ofcom revoco la licencia de RT. De todas
maneras, desde las sanciones impuestas por la UE, el canal ruso ya no estaba
emitiendo.
Los medios rusos también fueron vetados por el gobierno canadiense el 16 de marzo, y
por el australiano el 25 de febrero, cuando la emisora pública SBS los excluyo
de su servicio de noticias -luego de recibir una llamada del ministro federal de comunicaciones Paul
Fletcher-.
El relato occidental que hace de Europa y Estados Unidos
los únicos garantes de la libertad de expresión e información, se ha revelado
falso. Las condiciones propicias para el libre desarrollo de la actividad periodística,
en comparación con otros países, es más un producto de la homogenización del
sistema de medios occidental, que del apego a principios como la libertad y la
pluralidad.
Esto queda claro con la prohibición de los canales rusos.
Como sucede con cualquier conflicto, las partes involucradas desarrollan sus
argumentos para validar su posición. Esto hace que para un fenómeno concreto,
proliferen explicaciones distintas y contradictorias, tantas, como las partes
involucradas en el diferendo. Para el caso concreto de la invasión rusa a
Ucrania, emergieron dos versiones de los hechos: la de Estados Unidos y Europa,
reproducida por los medios de comunicación occidentales; y la de Rusia,
defendida por la prensa de este país. Al prohibir esta, los occidentales
eliminan una de las dos visiones sobre los acontecimientos, negando la libertad
de información y la pluralidad de opiniones. Además, la posición suprimida, es
la que difiere con la postura de los gobiernos occidentales, lo cual revela un afán
totalitarista.
Estadounidenses y europeos defienden sus medidas alegando
que los medios prohibidos son aparatos de propaganda de propiedad del Estado
ruso. Lo cual es verdad. Así como los medios públicos y la totalidad de los privados
más importantes de occidente son aparatos propagandísticos de sus gobiernos. Es
lógico que un gobierno no prohíba su propia propaganda (ni la reconozca como
tal), pero los estados europeos que se opusieron a la guerra de Irak no
hicieron con los medios norteamericanos lo que ahora están haciendo con los
rusos ¿Por qué? Si en vez de prohibir todos los sistemas de desinformación y
propaganda, se prohíben solo algunos, lo que guía estas medidas no es la
preocupación por la calidad de la información, más bien lo que se persigue es
eliminar ciertas posturas. Y, además, así como Rusia tiene el derecho de
expresar su versión de los hechos a través de sus medios públicos (o privados),
el público occidental tiene el derecho de acceder a esta y juzgarla por sí
mismo.
Disquisiciones aparte, lo cierto, es que occidente
suprimió de la discusión pública una de las dos versiones en pugna, permitiendo
solo aquella que reproduce la posición estatal.
Antes, se equiparo a los medios públicos y privados de
occidente. Los gobiernos occidentales no controlan estos últimos, pero
representan y defienden los mismos intereses, por lo que su posición siempre va
ha ser coincidente. Conforman una asociación regida por los intereses del gran
capital, quienes detentan la propiedad de los medios más importantes, y, a los
que todos los Estados capitalistas representan.
El gobierno de Estados Unidos no preciso prohibir RT (si,
en 2017 la obligo a registrarse como ‘agente extranjero’), al 3 de marzo la única
compañía de cable importante que continuaba transmitiendo RT era Dish; un día
después el canal ruso dejo de emitir.
En Canadá, desde el 28 de febrero, mucho antes de la
prohibición gubernamental, los mayores proveedores canadienses de televisión ya habían retirado los canales rusos.
Mientras que en Australia, un día después del veto de la SBS, Foxtel (una de
las grandes compañía australiana de televisión paga) tomo la misma medida.
Esta confluencia entre gobiernos y medios también alcanza
a las nuevas tecnologías de comunicación e información. Las empresas que
dominan este mercado se plegaron de manera voluntaria a las medidas impulsadas
por los Estados occidentales.
El sábado 26 de febrero META (Facebook,
Instagram y WhatsApp) anuncio la prohibición de los anuncios y la
monetización de los medios estatales rusos en todo el mundo. También empezó a
etiquetarlos como medios estatales rusos, algo que no hace con los medios occidentales.
Dos días Facebook e Instagram cerraron las cuentas de RT y Sputnik en toda la UE, según
la empresa, ha pedido de “varios gobiernos y de la UE”; además, empezaron a
dificultar su acceso en todo el mundo (haciéndolas menos visibles). El 4 de
marzo hizo lo mismo en Reino Unido.
El 26 de febrero Alphabet (Google y Youtube) anuncio que
bloquearía la monetización de RT y otros canales rusos de todas sus
plataformas; además de la prohibición a todos los medios de comunicación
financiados por el Estado ruso de utilizar su tecnología publicitaria para
generar ingresos en sus sitios web y aplicaciones.
Finalmente, el primero de marzo suspendió para toda Europa de los canales de RT y Sputnik en Youtube.
TikTok también vetó a RT y Sputnik para el territorio
europeo el 28 de febrero.
El mismo día, Microsoft excluyó las aplicaciones de RT y
Sputnik de la tienda de Windows; además les resto visibilidad en el buscador
Bing. Ambos canales también fueron excluidos de su red publicitaria.
Por su parte, Twitter comenzó a aplicar las ya
mencionadas etiquetas a los medios estatales rusos a partir del primero de
marzo.