QUIEN ES EL AGRESOR
Es preciso contextualizar la posición geopolítica de
Rusia en la actualidad, para poder desmentir la falacia de la amenaza y del
expansionismo ruso, tan en boga por estos días. Esto es necesario para entender
los conflictos ucranianos y sirios, puesto que justamente, responden a
intereses estrictamente geopolíticos.
La posición marítima ha sido un problema histórico para
Rusia. Por dos razones. O bien, no posee por su posición geográfica puertos con
salidas francas que lo conecten con el resto del mundo, o bien sus enclaves
marítimos permanecen congelados en invierno lo cual complica sus operativas.
La Armada de Rusia se organiza en cinco flotas.
La Flota del Norte tiene como teatro de operaciones el
círculo polar ártico. Posee su base principal en el área de Múrmansk, en la
desembocadura del Rio Kola, frente al Mar de Barents, aprovechando que las
corrientes cálidas del sur desembocan en esa locación haciendo que este puerto
no se congele en invierno. Sin embargo en esa época del año la navegación se ve
comprometida por las formaciones de hielo en el área en que el puerto se
circunscribe, además de que las aguas del Océano Glacial Ártico se encuentran
bloqueadas por enormes masas de hielo la mayor parte del año, coartando las
posibilidades de maniobra de los buques rusos. Pese a estas dificultades y a
los peligros que encarna, al contar con la flota de rompehielos más poderosa y disponer
de la agrupación militar más grande de la región, Rusia mantiene la supremacía
en la región, pese a que la OTAN también lleva a cabo grandes maniobras. Zona
de litigios de soberanía (entre EE.UU, Canadá, Dinamarca, Noruega y la propia Rusia),
la fuerza bélica desplegada por las potencias tiene como fin salvaguardar sus
posiciones para la explotación de las riquezas casi vírgenes del Ártico. Además
está en juego el control sobre una futura ruta naval del norte, una alternativa
cada vez más plausible gracias al calentamiento global y el deshielo, que conecte
los puertos asiáticos con los europeos, rivalizando con la ruta meridional que
pasa por el canal de Suez. Pero para Rusia y su extensa costa también cumple
una función defensiva, al ser la ruta del Ártico la más corta con EE.UU.
La Flota del Pacifico, la segunda en importancia, se
centraliza en Vladivostok y Petropavlovsk-Kamchatski. En
la primera, el puerto queda totalmente congelado en invierno, como de hecho todas
las bahías de la zona norte del Golfo de Pedro, como son las bahías de Amur y
de Ussuri que rodean la península en la que se encuentra la ciudad. Lo mismo
ocurre con el enclave de Petropávlovsk-Kamchatsky, situado en la bahía de
Avacha. Además de la presencia de la marina rusa, que custodia su puerto
oriental más importante, en esta región del Asia-pacifico opera la Séptima
Flota de EE.UU, que sirve como punto de avanzada de la Marina más poderosa del
mundo. Estados Unidos posee 6 flotas, cada una asignada a una parte del mundo.
Ni China ni Rusia disponen de un despliegue de este tipo. La Armada
Estadounidense es la más poderosa del mundo, seguida de muy lejos por la de
China, en tanto que Rusia ocupa el tercer lugar. Para dar una dimensión (si
bien las cifras varían) el portal National Interest estima que los estadounidenses poseen 288
barcos de guerra ,
mientras la pagina Defensa adjudica a China 150. De
acuerdo a declaraciones del 2012, el Departamento de Defensa del Gobierno
norteamericano, proyecta para 2020 destinar el 60% de sus unidades navales al
Pacifico, siendo que en la actualidad existe una paridad con su despliegue en
el océano Atlántico. A esto hay que sumar las alianzas con las poderosas Japón
y Corea del Sur, más otros actores importantes como Australia, Singapur, Tailandia,
Filipinas y Nueva Zelanda.
Por su parte la
Flota del Mar Báltico posee su Cuartel General en Kronstadt, cerca de San
Petersburgo (sede de la Jefatura de la Marina Rusa), enclave que permanece
congelado en invierno. Es por esto que la mayoría de sus unidades se encuentran
en Kaliningrado, cuyo puerto permanece todo el año libre de hielo. Este
territorio fue cedido a la URSS por Alemania al concluir la segunda guerra
mundial. Su posición se encuentra en el medio de la zona de influencia de las armadas
escandinavas, alemanas, polacas, de Finlandia y de los países bálticos, todas naciones
aliadas de Estados Unidos. En 2015 los países nórdicos formalizaron una alianza contra la supuesta amenaza rusa, a propósito de la aparición, según Estocolmo,
de un submarino ruso en las costas de Suecia. Esto
sirvió de excusa para aunar voluntades con los únicos dos países de los
nombrados que no son parte la OTAN: Finlandia y la misma Suecia. El pasaje del
mar Báltico hacia el teatro de operaciones del océano Atlántico, solo se
produce por los Estrechos Daneses, controlado precisamente por este país.
En los puertos de Astracán, Majachkalá y Kaspisk se concentra
la Flota del Mar Caspio, siendo la primera la principal Base Naval. Esta, se
ubica a orillas del rio Volga cerca de su desembocadura en la parte norte del
Caspio, donde el mar se congela en invierno. Mientras que los otros dos
enclaves, ubicados más en la zona central, pueden llegar a correr la misma
suerte entre los meses de diciembre y enero. Rusia comparte costa en este mar
cerrado, otrora lago soviético, con Irán, Turkmenistán, Azerbaiyán y Kazajstán.
Estos dos últimos forman parte del Plan
de Acción de Asociación Individual de la OTAN, en el que participan seis
antiguas republicas soviéticas. En el marco del cual participaron con tropas en
Kosovo y Afganistán (Azerbaiyán),
reciben asesoramiento y asistencia técnica militar (Kazajstán, al igual que Turkmenistán,
integrado en otro programa) .
Por último, la Flota del Mar Negro. Concentrada en su
mayoría en la península de Crimea y del Krai de Krasnodar. Tiene su Cuartel
General y su Base Naval principal en la ciudad de Sebastopol. Libre de hielo
todo el año (aunque con excepciones, y recientes), su importancia radica en
constituir la única salida rusa al neurálgico mar Mediterráneo, y de esta forma,
su conexión con Europa del sur, África y Medio Oriente a través del Canal de
Suez. Es por medio de este, del Estrecho de Gibraltar y del Canal de Panamá,
por donde se conectan las corredores de transporte que unen el océano Pacifico
con el Atlántico, por donde pasa el 80%
del comercio marítimo. Ahora bien, la comunicación del Mediterráneo con el Mar
Negro solo se alcanza por el Estrecho de Bósforo, en territorio turco, aliado
de Estados Unidos y miembro de la OTAN. De este modo, la frágil posición rusa
en esta zona de tránsito prevalente del comercio mundial, es reforzada por el
control del puerto de Tartus en Siria, el cual utiliza a través de un convenio
con el gobierno árabe. Que además es un puerto de aguas calientes. Puntualmente,
también le proporciona acceso a puntos estratégicos para el transporte marítimo
de petróleo (la mitad de la producción se transporta por esta vía): estrechos
turcos, 3 millones de barriles diarios; canal de Suez, 2.4 millones; estrecho
de Bab el Mandeb, 3.2 millones; y el estrecho de Ormuz por el que pasa el 20%
de los 90 millones de barriles diarios que se distribuyen por esta vía. El bloqueo de estos canales podría alterar los
precios del petróleo y desestabilizar los mercados, lo cual afectaría
seriamente a la primarizada economía rusa.
Eh aquí la importancia
geoestratégica de Ucrania y Siria para Rusia. Pero no para mantener o
salvaguardar una posición de prevalencia o de hegemonía sobre la región, sino
para mantener una operatividad mínima que asegure la defensa de sus intereses. Esto
es lo que está haciendo Rusia en ambos países. Es cuestión de observar los países
que actúan en el Mediterráneo como para disipar cualquier duda sobre quien
ejerce su control. Los europeos nucleados en la OTAN, los norafricanos con
dictaduras respaldadas por Washington, Turquía controlando la puerta de Asia e
Israel como potencia en Oriente Medio. Entradas y salidas del mar, todas en
manos de aliados estadounidenses: Estrecho de Gibraltar, España e Inglaterra;
Canal de Suez, Egipto; Estrecho de Bósforo, Turquía. De hecho ambas contiendas
tienen entre sus cometidos privar a Rusia de esta operatividad mínima. Hay que
destacar que ninguno de los dos conflictos tiene a Rusia como el agresor.
EL CONFLICTO UCRANIANO
En Ucrania el gobierno afín a Rusia había ganado las
elecciones de 2010 y fue un golpe de estado respaldado por Estados Unidos el
que derribo al presidente legítimo e inicio las hostilidades. Para los que
dudan o no conocen el historial de cambios de regímenes de la potencia del
norte, la mano de Washington en los acontecimientos es muy clara. En diciembre
de 2013 la por entonces Secretaria de Estado para Asuntos Europeos Victoria
Nuland, señalo que desde la independencia de Ucrania en 1991 Estados Unidos
había gastado más de 5.000 millones de dólares para promover la democracia en
Ucrania.
Nuland también se dejo ver entregando comida a los grupos apostados en la plaza
Maidan, centro de las protestas, donde grupos fascistas levantaban barricadas y
se enfrentaban con la policía.
En febrero de 2014 se filtro
una llamada entre esta misma funcionaria y el embajador estadounidense en Kiev,
en la que planificaban la integración del gobierno que sucedería al de Yanukovich.
Su favorito, Arseni Yatseniuk, a la postre resultaría primer ministro. Una vez instalada la nueva
administración, estadounidenses y europeos le brindaron su apoyo y le prestaron asistencia económica. Ante esto, Rusia respaldo a las milicias
de las regiones orientales de Donetsk y Lugansk que se enfrentaban con el
ilegitimo gobierno. También anexo Crimea a su territorio, asegurándose su vital
puerto. La península forma parte de Rusia desde 1783 cuando la emperatriz
Catalina la Grande se la arrebato al Imperio Otomano. Desde su conquista y con
la fundación de Sebastopol se estableció como una importante base naval. O lo
que es más preciso, su conquista tuvo como razón de ser dotar a Rusia de una
salida al mar negro. Disputada en los siglos siguientes por distintos imperios
europeos, es cedida gratuitamente a Ucrania en 1954 por Nikita Kruschev. Con la caída de la URSS y la independencia de
Ucrania, Rusia continúo haciendo uso de la base por medio de acuerdos con este
país.
CONFLICTO SIRIO
Desde 2006 hay reportes que informan que el Gobierno
norteamericano estaba contactando, articulando y apoyando a grupos de la
oposición a Bashar al-Assad, tanto dentro de Siria como a los afincados en
Europa y Estados Unidos. Así lo publicado por Time Magazine, con fuentes en
documentos clasificados y testimonios desde dentro de la administración Bush y
del ejército. En estos, también se proyectaban campañas de propaganda y
financiación de partidos. Se planificaba la utilización de fundaciones y
programas del Departamento de Estado, que ya estaban financiando proyectos en
Siria (MEPI). Se recalcaba el carácter secreto en que debían permanecer estos
procedimientos para que tuvieran éxito. La publicación señalaba que Washington
no le perdonaba a Damasco su oposición a la invasión de Irak y deseaba un
realineamiento de acuerdo a sus intereses.
A principios de 2011 comenzaron las protestas contra Al-Assad.
Lo que para norteamericanos y europeos eran espontaneas manifestaciones de
descontento popular, para rusos e iraníes representaba un conflicto artificial
alentado por occidente para desestabilizar la región. Desde un principio
Estados Unidos y sus aliadas Turquía, Qatar y Arabia Saudita, entregaron armas y asistencia a grupos opositores para que derrocaran al presidente.
Así comenzó el derramamiento de sangre. Mientras tanto Rusia y China cerraban
el camino a que el Consejo de Seguridad de la ONU avalara cualquier tipo de
intervención en Siria. En octubre de 2011 ante un proyecto de resolución presentado por los europeos, en que se hacía responsable de la violencia casi
en exclusividad al gobierno sirio, interpusieron su primer veto en conjunto. En febrero de 2012 otra iniciativa, esta vez firmada por europeos, norteamericanos y la Liga de Estado Árabes.
Si bien ya se reconocía explícitamente la existencia de grupos armados de la
oposición, el texto prácticamente en toda su extensión responsabilizaba y condenaba
al gobierno. Además se le exigía que sus efectivos militares y fuerzas armadas se
replegaran a sus cuarteles. Ambos intentos de resoluciones se guardaban la opción de tomar medidas contra la
nación árabe.
La resolución, vetada por rusos y chinos, se apoyaba en el trabajo que la Liga
de Estados Árabes venía realizando en territorio sirio y respaldaba su hoja de
ruta propuesta en enero de ese año. Su plan para poner fin al conflicto
consistía en facilitar una transición política hacia un sistema democrático y
plural. Por los países que integran esa coalición, esto no podía significar otra
cosa que la renuncia de Al-Assad. Estados donde la democracia brilla por su
ausencia como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin o Catar hacen
parte de esta organización árabe, que tiene tantos intereses comunes con
estadounidenses y sus antiguos colonizadores europeos. En el marco de las
manifestaciones que se sucedieron por todo medio oriente, lo cierto es que
Estados Unidos respaldo a sus aliados en la represión de estos movimientos,
mientras alentaba a los que se rebelaban en países cuyos líderes no respondían
por completo a sus intereses.
También fue vetado otro proyecto de resolución de julio
del mismo año. En este, ya se le ponía nombre a las acciones de los grupos
armados opositores (posibles abusos a los derechos humanos), aunque en su caso,
les cavia una condena genérica a la violencia y se les instaba a renunciar a
ella, mientras que de las autoridades se afirmaba sus violaciones a los
derechos humanos. De hecho las cuatro páginas del proyecto, al igual que las
anteriores, casi no hacen mención a otra cosa que a las responsabilidades del
Gobierno. También se reiteraba la exigencia de poner fin al accionar de sus
fuerzas militares, y se les establecía un plazo, el cual de no cumplirse conllevaría
la imposición de sanciones. Si bien ya se reconocía la existencia de indicios
sobre la actuación de grupos terroristas, no se dejaba pasar la oportunidad
para felicitar a los países árabes por sus esfuerzos de unir a la oposición
anti Al- Assad.
Rusia y China vetarían otro intento más, esta vez para
llevar el caso sirio a la Corte Penal Internacional. La propuesta no solo
estaba firmado por países que no adhirieron o no ratificaron el Estatuto de
Roma, sino que el proyecto estipulaba que de hallarse responsabilidades de
funcionarios o nacionales de países que no adhieren a la jurisdicción de la
corte esta no podría juzgarlos, con la única excepción que se establecía para
los sirios.
Imposibilitados de este modo para repetir el guion
aplicado en la intervención de Libia que derroco a Gadafi (avalada por
resoluciones ambiguas del Consejo de Seguridad aprobadas con la abstención rusa
y china), esto es, bloqueado el camino legal establecido en la Carta de las
Naciones Unidas en cuanto a la autorización del Consejo de Seguridad para este
tipo de operaciones internacionales, es que las potencias occidentales
comienzan a hablar en 2013 del Estado Islámico de Irak y el Levante. Pero este
operaba ya en Siria desde el comienzo de la guerra combatiendo contra el
ejército Sirio y haciéndose con el control de parte de su territorio. Un año
más tarde nacía la coalición para luchar contra el Estado Islámico (EI), por la
cual el pentágono y sus aliados comienzan el 22 de setiembre de 2014 a
bombardear Siria sin la autorización del gobierno de Al Assad.
El EI no solo perseguía los mismos objetivos que Washington, sino que ahora le servía
de escusa para cumplir su objetivo de intervenir militarmente en Siria. La
creación de este grupo terrorista por parte de Washington, su asistencia, o
bien la coordinación con este, es casi una certeza teniendo en cuenta los
antecedentes norteamericanos y la identidad de sus propios aliados. Así fue,
que para derrocar al gobierno afgano pro soviético financiaron y entrenaron a
grupos fundamentalistas, entre los cuales se encontraban Al queda y el Talibán.
La historia parece repetirse con absoluta precisión. El gobierno sirio acusó a
Estados Unidos y sus aliados de apoyar grupos terroristas en su país desde un
principio. Estos lo negaban. Lo
cierto es que por las razones que sean, armamento norteamericano terminaba en manos del Estado Islámico.
También en setiembre, pero de 2015, Rusia comienza a bombardear posiciones del
EI, pero en su caso a pedido del gobierno sirio.
Resulta ridículo someter a un plano de igualdad las
posiciones estadounidenses y rusas, como potencias en igualdad de condiciones.
Plantear las cosas de ese modo es falsear la realidad que tiene a una única
potencia dominante, la cual posee en solitario las condiciones y posibilidades
para tomar la iniciativa; y otro país, con las capacidades estructurales para
erigirse como una potencia, que se limita a responder, porque su realidad lo
constriñe a eso, y se encuentra destinando todos sus recursos a salvaguardar
las posiciones mínimas que le permitan, justamente, mantener esas capacidades
que le reservan un sitial preferente en el concierto mundial. Las diatribas sobre
la amenaza de una Rusia en expansión resultan ridículas. Al día de hoy Rusia se
encuentra bloqueada por Estados unidos, y con el cerco cada vez más cerca de
sus fronteras, como demuestran las intervenciones estadounidense en Siria y en
Ucrania, así como el avance de la OTAN por Europa del este hasta las puertas
mismas de Rusia. La amenaza es Estados Unidos. El agresor es Estado Unidos. No
Rusia.
Las bases de Estados Unidos y la OTAN se encuentran
desparramadas por todo el mundo: Afganistán, Alemania, Arabia Saudita, Bahréin,
Bélgica, Bosnia-Herzegovina, Catar, Corea del Sur, España, Grecia, Groenlandia,
Irak, Italia, Japón, Kosovo, Kuwait, Letonia, Noruega, Reino Unido y Turquía. Es solo cuestión de observar un mapa para
darse cuenta cual es el país que ocupa una posición geopolítica hegemónica a
nivel mundial. Además a esta lista hay que sumar a Canadá, Islandia, Francia,
Holanda, Luxemburgo, Dinamarca y Portugal, todos ellos miembros de la OTAN.
Desde 1999 esta organización militar se ha expandido por toda Europa del este
hasta llegar a las fronteras de Rusia: Hungría, Polonia, Republica Checa,
Bulgaria, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Albania y
Croacia. De estos, acogen bases Polonia, Bulgaria, Lituania, Rumania, Estonia.
Es Estados Unidos el que se expande sobre las posiciones rusas, y no al revés.
Y todo el esfuerzo militar, así como la búsqueda de alianzas comerciales y
políticas, son con el objetivo de romper este cerco que lo mantiene en una
situación de vulnerabilidad frente a los intereses y al poder de Washington.
Nos podemos preguntar qué haría Rusia en el caso de lograr salir de esta
posición de contención, como se comportaría si algún día llegara a detentar el
poderío norteamericano, condición que la URRSS jamás estuvo ni cerca de
alcanzar. A lo que podemos decir que la historia no ha dado cuenta nunca de un
imperio benigno, o bien, es difícil de encontrar un poder hegemónico que se
haya sustentado en otro valor distinto al poderío militar. Pero esa es una
discusión que aquí no nos concierne, puesto que no remite a la actualidad del
escenario global. Este indica inequívocamente que Rusia se encuentra en
posiciones defensivas ante un Estados Unidos que lo amenaza a base de un
dominio geopolítico y militar hegemónico. No hay que perder de vista que el
gasto militar norteamericano es por amplio margen el más grande del mundo. Mientras
Estados Unidos mantiene un presupuesto de 596.024 millones de dólares, Rusia
dispone de 66.421, superada por China y Reino Unido.
MEDEL BACHINO
Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UDELAR)